miércoles, 11 de febrero de 2015

[HATE] La Gran Oficina Española


8 y 26 de la mañana. Te plantas en tu puesto, en tu silla, ese rincón de espacio-tiempo que te absorbe la mayor parte de las horas de tu semana. Llegas antes del horario habitual del toque de queda, con un sentimiento rancio de honradez, para equilibrar esos pequeños "permisos" para ir al médico, burrocracia o arreglar alguna puta mierda del banco. Enciendes tu cacharro para empezar a estampar tu password sobre el teclado, y sin previo aviso se oye un eco en la oficina medio desierta. Un silbido chispeante acompañado del inconfundible sonido del borboteo contra el aluminio. Hago "schaaass" y aparezco a tu lado. Correcto: una lata de coca-cola a las ocho y media de la mañana. Algún patán decidió que ese era el mejor desayuno para soportar la precariedad de su existencia. Y piensas "¿cómo hemos llegado a esto, joder?", y la mente te hace catacrocker y te desvela una reflexión sociológica sobre la fauna y el comportamiento de los homínidos que poblamos la Gran Oficina Española.



Sí, lectores inexistes y aves rapaces, soy uno de esos. Tengo un empleo. Una de esas situaciones antropológicas que nuestro demente mundo nos ha llevado a señalar como "privilegiada". Lo noto en algunas miradas cuando me meto la camisa por dentro, o cuando pago con tickets restaurantes esa parte del sueldo que tratamos en balde de esquivar a hacienda (sí, haciendasomostodos, esa hacienda). A diferencia de otros especímenes, no creo que el camino que me ha llevado a mi actual trabajo haya sido fruto de una pasión y unos dones especiales, no creo ser más ni menos listo que otros, pero tuve la "suerte" de estar en el lugar apropiado en el momento oportuno. El salario, que para muchos de más edad sería irrosorio e insultante, supera mis umbrales de la dignidad y para la gente de mi generación seguramente sea frustrantemente utópico y hasta tristemente inalcanzable. Sin entrar en detalles de lo que considero digno, porque ahí ya entraríamos en las prioridades de cada uno y en lo que supone la independencia y sus consecuentes gastos, me ciño al tema que toca: el trabajo administrativo [guión] informática [guión] oficinas en general.

Vamos a empezar con un tema preocupante: ¿está justificado que se critique y se señale de pijismo, esnobismo o pretenciosidad a la clase media trabajadora de oficina? No miremos los sueldos, porque ahora mismo el rango de edad define estatus sociales claramente diferentes. Trato de justificar ese desprecio que siente quien no tiene nada, más allá de la lógica frustración, cuando se cruza con quien todavía carga con una hipoteca y la letra de un coche mientras se toma una cerveza en una terraza que el que mira no se podría permitir. ¿Está justificado o es el argumento perfecto de esos casposos que dicen "lo que tienen es envidia"? Pues es jodidamente difícil hacer generalidades. Mi experiencia me dice que hay mucha gente que pasa de los 35 que es completamente ignorante e indiferente ante la evidente carencia de oportunidades de los nacidos en los 80-90, y una vez que comparten oficina, tampoco quieren ver la evidente trinchera que los separa en temas de salario, condiciones y dignidad. Hay que diferenciar entre el que va a lo suyo y no le importa aunque lo comprende, y el que deliberadamente se autoengaña con el pensamiento de "es que ellos no se han esforzado lo mismo que yo, que además soy mucho más inteligente", y encima desprecian y se cachondean del becario o subcontratado de turno. El mayor triunfo del capitalismo y la caspa es la existencia de los payasos del segundo tipo, que se vanaglorian en su propio ego, mientra le expolian y le arrebatan su propio futuro. La maravillosa, y a la vez ominosa, clase media casposa.


Todos estos empleados, funcionarios, medios mandos, jefecillos, que eligen no tomar parte en "los problemas que les son ajenos", y aquellos que, aunque conscientes de la situación y reinvindicadores ocasionales, una jornada completa con hijos y la vida cotidiana les imposibilita una consciencia y conciencia activa. Todos, o casi todos ellos, presentan una serie de comportamiento peculiares, a veces prepotentes, a veces inconscientes, fundado en su rol de clase media, en la psicología social y en la filosofía contemporánea del trabajo en España. Aunque puede que esté equivocado, puede que el ser humano en general sea un gilipollas redomado que en determinadas condiciones no puede evitar un determinado tipo de comportamiento. Yo quiero pensar que todo tiene que ver con la realidad social del momento en el que te ha tocado vivir. Para bien o para mal, mi generación ha crecido con grandes comodidades pero en el camino se ha encontrado con que nadie quiere seguir compartiendo el pan con nosotros, hemos sido abandonados a la codicia que la "Transición" ha gestado y que ahora nos ahoga con toda la fuerza que nuestros padres les han permitido.

A lo que venía. Voy a exponer una serie de situaciones rocambolescas, extrañas, violentas y a veces hilarantes, que por experiencias propias o compartidas se pueden dar en la oficina española.


TRANSMISIÓN DEL HIJOPUTISMO

"A ver si usamos la cabeza y pensamos un poquito las cosas, porque esto es una mierda, y es por tu culpa".


Me encuentro en lugares oscuros. Estoy subcontratado por una empresa, a través de una consultora, cuyo cliente principal es una empresa que trabaja para otra empresa que pertenece al Grupo Santander. Háganse una idea de la parte de mi sueldo que se quedan intermediarios (luego decimos de los funcionarios, pero menudo sector privado de vergüenza). El caso es que la filosofía del Santander (the Botin's ideological motherfucker philosophy), es la de presionar hasta los cimientos al que tienes a tu cargo. Exigir y exprimir moral y mentalmente aunque los resultados ya sean buenos. Para ellos, la única forma de obtener resultados de los recursos es hijoputeando hasta la médula. Pues esta filosofía es capaz de saltar todas la barreras y empresas antes mencionadas, para aplicarse a todos los niveles de trabajo, y mantener esa tensión constante. La filosofía de "los 5.000 millones de beneficios son un fracaso, porque esperábamos 8.000". Todo esto lleva a mi responsable a putearme, porque su jefa la putea, a la que su jefe putea, porque su jefe le está puteando con una cosa. La transmisión y gestión del conocimiento queda relegada a la transmisión vertical de hijoputismo.


POSTUREO HORAS/TRABAJO

"¿Has recibido el correo que te envié anoche?"

El punto clave de la empresa española: "yo hago más horas que el jefe". Ignorante de mí, hace un tiempo pensaba que era un tema superado, pero no. Es lo más enfermamente arraigado que tenemos en la sociedad. Un cáncer despreciable heredado del despotismo franquista que prevalece. Enhorabuena a aquellos que llegan media hora antes y se van para apagar las luces; tu familia te está agradecida porque lleves pan y no les prestes la menor atención; enhorabuena por aspirar a ser como esos perros leales que esperan con la patita levantada para obtener una chuchería a modo de recompensa, un mero reconocimiento a modo de palmada en la espalda; enhorabuena por no tener tiempo para pensar, para ser consciente de las circunstancias, para informarte: es el fin que pretendían, les complaces. Nada más que decir.


BOÑIGAS DE ATÚN CON CONSERVANTE E102

"Yo es que no tengo tiempo para cocinar".

No voy a poner en duda las circunstancias personales de cada cual, incluso respeto quien decide dedicar su excaso tiempo libre en otras actividades que les satisfagan más (si se trata de una temporada puntual). Pero no, demasiada gente lo utiliza de excusa para no cocinar por comodidad. Enhorabuena una vez más, por sacrificar no sólo las horas de tu vida y tu salud mental y anímica cada día en una oficina, sino también tu salud física y un extra de tu dinero (comer fuera en España a diario no es todo lo barato que cabría esperar).
Un ejemplo extremo, unido al del postureo de las horas interminables y rol de jefecillo, es el que ponía al inicio de esta entrada. ¿Qué clase de vida pretendes llevar desayunando con Coca-Cola y alimentándote a base de sandwiches? ¿Eres más profesional por no salir media hora a comer o calentarte un tupper? Yo te lo digo: eres un gilipollas que tienes muy poco respeto por tu vida y tu dignidad.

No entraré a la experiencia de comer fuera, porque volveré a mi lucha particular en contra de la gente de "es que eso a mí no me gusta". Poco tiene que ver con la oficina en sí, pero sí más con unas generaciones que han ido alejándose progresivamente de la humildad (que a fin de cuentas es una de las cosas que más me atormenta).





LA EXTENDIDA AUSENCIA DE TOMA DE DECISIONES

"Te pagamos para no tener que decidir esas cosas".

Soy un gran crítico del alto funcionariado de nuestra administración pública. Los funcionarios puestos a dedo por los partidos y los que han escalado durante tantos años y se encuentran en una posición cómoda de letargo, son el perfecto reflejo de la total falta de profesionalización de puestos claves, vitales en la toma de decisiones que pueden poner en marcha el trabajo real, el trabajo evolutivo que evita costes, descontrol y obsolescencia.

Pues bien, veo que en las "grandes familias" del sector privado, nos topamos también con altos cargos con gran carga de incompetencia y ausencia de preparación para el puesto (falta de conocimientos, aptitudes y actitudes). Sin embargo, el letargo y la comodidad en un puesto de responsabilidad es menos frecuente en el mundo privado, y es lo que nos da una explicación del "hijoputismo" y del postureo anteriormente citados. Aquí entran los excesos: en comportamiento (o falta de él), en el número desmedido de horas, el control y la desconfianza en tus subalternos, laureo patrocinado de cada pequeño acierto... En resumen: toda una serie de parches con los que se evita afrontar las carencias individuales para el mando, y desemboca en la ausencia de toma de decisiones por inseguridad y desinformación.

Es sorprendente la cantidad de gente con puestazos que, en pos de proteger su posición y sus beneficios, su principal función en la empresa es fortalecer la burbuja que los protege de su incompetencia. No sólo juegan con el correcto funcionamiento de los equipos, y por tanto, de los objetivos corporativos, sino con el futuro profesional de toda la gente de la que eluden afrontar con liderazgo.

Esta gente, no sólo espera, sino que exije que su equipo se sepa organizar y les saque las castañas del fuego. Se ausentan de la toma de decisiones para planificar y poner orden en asuntos de su competencia, y luego ponen el grito en el cielo porque la situación es insostenible.

Podréis ver a estos personajes conduciendo coches de alta gama con desdén y prepotencia.


CONFRONTACIÓN HORIZONTAL

"Yo no me voy a comer marrones por tí".

Quiero creer que no es un caso mayoritario, pero el hijoputismo no llueve siempre del cielo. A veces se sienta a tu lado, te comenta su fin de semana durante el café o te dice, con altas dosis de falsedad, lo bonita que es o deja de ser tu camisa. No olviden que el buen hacer y la ingenuidad son motivo de despido en España. Entrar en una oficina estándar suele obligarte a trascender tu personalidad hacia un rincón oscuro del cerebro, el de la supervivencia en la jungla. Más le vale al pollito convertirse en pantera, o acabará troceado en una hamburguesa del Burriking.

Destacar demasiado pronto, pisar involuntariamente el terreno de otros o simplemente cuestionarse fallos organizativos que desemboquen en arduo trabajo interno, son el detonador para que las fieras saquen las uñas... o los cuchillo de Lobezno. Los trepas son los antecesores de los altos cargos, y su voracidad nunca permitirá que las personas que se dedican al trabajo, asciendan.

En mi experiencia directa, he tenido la suerte de trabajar siempre con personas razonables e interesadas en realizar su trabajo y que el ambiente sea lo más ameno posible. Al fin y al cabo, compartiremos con ellos muchas más horas a lo largo del año que con nuestras familias.


FALTAS DE RESPETO Y LA POSTURA MODERADA (EL "YO TRAGO")

"No voy a decir nada por que me puedo meter en un lío". "Sé que eso me corresponde por convenio, pero si lo pides, quedas mal". "Me quedé hasta las 9 para terminar una cosa, sé que no se paga, pero está mal visto si no lo haces".

¿En qué universo puede hacerse respetar esa actitud? Pues hoy en día, demasiada gente. En una situación como la actual, en la que hasta los que tienen fácil moverse en el mercado laboral (ingenieros e informáticos) temen perder su puesto de trabajo, todos tragamos, y mucho. Ciertos elementos intermedios sociópatas conocen esta situación de poder, y no dudan en utilizar humillaciones y faltas de respeto, con total impunidad. El acoso psicológico está a la orden del día, así que desempeñar un trabajo gratificante y de calidad en este país se antoja paradójico. Algunos de estos jefes sociópatas casposos y gañanes creen que estos excesos van implícitos en el sueldo.

No puedo criticar por tanto la decisión de tragar, ya que las situaciones personales de cada uno son vinculantes, y no contamos con un apoyo real de sindicatos. Insisto, es mi opinión.


EPÍLOGO

Repito: esta es mi posición subjetiva sobre el tema. Desde que empecé a escribir esta entrada hasta que la estoy terminando, mi situación laboral ha empeorado, a la par que ha aumentado mi descontento. Por tanto como entenderéis, añadido mi, ya de por sí, actitud pesimista sobre el futuro, no me estimula acudir sonriente y complaciente a mi diario tormento. Es difícil, además, empatizar con compañeros que no tienen tu perfil profesional. Si la empresa o el proyecto se va a la mierda, ellos encontrarán algo, yo no. Y me supondría reestructurar mi vida, y adaptarme a la nada. Y para eso hay que sacrificar mucho, y no me refiero a bienes materiales.

Veo el funesto panorama que tiene mi generación para salir adelante. Las consecuencias de negarles la dignidad (trabajo, vivienda y la posibilidad de crear una familia) a varias generaciones, van a ser insostenibles para este país, seguramente para Europa entera. Nos encontramos en el final de una etapa de la sociedad humana, y no me vale con confiar en que las cosas mejoren, si bien no sé a quien beneficia que me atormente por la perspectiva agorera que nos aguarda.

Me despido con una reflexión sobre estos años perdidos en la oficina: Trabajar indirectamente para un banco me ha proporcionado una nómina, pero también un asiento en el palco privado del infierno.