Acaba hoy domingo 21 de agosto de 2011, supuestamente, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Digo supuestamentre porque el ayuntamiento de Madrid anuncia posibles cortes o problemas de circulación para el lunes y el martes.
Es curioso el concepto que tienen algunos de "jornada", convirtiendo en un periodo inexacto de entre una semana a diez días a lo que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge como esta acepción:
jornada.
(Quizá del prov. jornada, y este del lat. diurnus, propio del día).
1. f. día (‖ período de tiempo que equivale a 24 horas). Los más importantes acontecimientos de la jornada.
Intentaré con todas mis fuerzas ser objetivo con este tema. Y tal y como dijo Jules Winnfield, me esforzaré con toda intensidad por ser el pastor, y no la tiranía de los hombres malos (lo que me tacharían de ser las mentes que se muestran mártires de cara y golpean por la espalda).
Bien, ¿cómo empezar? Empezaré diciendo que hay eventos que llenan de orgullo a una ciudad. Siempre debería ser positivo ver gente de todas las nacionalidades transitando las calles de una capital, y la JMJ no ha sido una excepción. Y la imagen de Madrid ha debido ser muy positiva, sin duda. Todo parece muy normal, muy bonito. Muchos han visto el gozo en el alma por una persona (curiosamente no por su fé), y ahora vuelven a sus casas.
Pero, ¿no sería también normal para un evento de esta magnitud, sacar un beneficio extra? Pensemos en las Olimpiadas, en las Expos. No entraremos a decir que en cualquier parte del mundo, los vecinos de la ciudad del evento, disfrutan de una serie de una serie de privilegios para digamos "paliar" las posibles molestias que ocasione la celebración. En España se sigue la política de "que se jodan, que nosotros nos llenamos los bolsillos". En la Expo, los zaragozanos disfrutaron de discreto descuento, cuanto lo justo sería entrar gratis.
Pero volvamos a lo de los beneficios extra. ¿No sería normal que una comunidad y un ayuntamiento que debe 20.000 millones de euros aproveche la JMJ para intentar salir de un agujero negro que tarde o temprano implosionará?
Pero volvamos a lo de los beneficios extra. ¿No sería normal que una comunidad y un ayuntamiento que debe 20.000 millones de euros aproveche la JMJ para intentar salir de un agujero negro que tarde o temprano implosionará?
Creía que esa era su estrategia, la de Espe y Tutan-Gallardón, cuando nos subieron 50 céntimos el sencillo del Metro a los madrileños. Sin embargo, lejos de aprovecharse del honrado peregrino, una acreditación del JMJ (200 € aprox.) te permite Metro regalado (unos 5 euros por toda una semana), comida regalada (Telepizza y otros tantos de miles de restaurantes seleccionados), alojamiento gratis en todos los colegios e institutos públicos de la comunidad, ofertas de jarras de sangría por 1€ para peregrinos, confesionarios de diseño gratis, sanidad gratis, bomberos para refrescarte gratis y lo más importante: policías que te protegen de ateos gratis. Me hizo gracia el testimonio de un kioskero que leí en la red, en el cuál decía que no era la primera vez que los peregrinos le habían pedido revistas gratis en plan: "Hola, ¿me regalas la Hola?". Y el hombre: "Pues va a ser que no".
Creo que son el tipo de cosas que hacen respetable una opinión en contra del JMJ. Cortes de tráfico, el transporte público colapsado, policias y otros funcionarios públicos que son forzados a abandonar sus vacaciones, millones de euros destinados a la construcción de altares, confección de mochilas, camisetas y sombreritos... Incluso algún pobre desgraciado ha tenido que diseñar un gráfico del JMJ para los luminosos de la M-30.
Pues sí, unas pocas razones para que los ciudadanos (creyentes, no creyentes, cristianos, musulmanes o pastafaris) salgan a protestar por la ausencia de límites ante la fiesta montada para la fé de nuestros dirigentes populares (sí, los que votamos una y otra vez). Todo para un dirigente religioso y un "país" que sólo se costea el avión, al que sospecho que también le habrán repostado gratis (invita la casa).
La semana transcurría, y los medios abiertamente religiosos y los que no, movían a la opinión pública de forma positiva a todo lo respectivo al JMJ. Llegó el 17 de agosto, y la manifestación pacífica en contra del gasto desmedido fue disuelta a porrazos, porque supuestamente atentaba contra 4 iluminados que habían acudido deliberadamente a enfrentarse y provocar a los manifestantes. Según El Mundo al día siguiente, los manifestante agredieron a los llamados peregrinos. Sin embargo, sólo se han visto vídeos de brutalidad policial contra manifestantes laicos, que han dado la vuelta "al mundo".
Se hicieron dos cosas mal ahí por parte de los manifestantes. Primero autoproclamarse laicos, y segundo caricaturizar públicamente símbolos católicos (el meollo de la cuestión no debería haber tirado por ahí, no era lugar para hablar de condones, homosexualidad y abortos). Sin embargo, se les criminalizó injustamente, aunque 4 payasos les lanzaran objetos a los antidisturbios.
Se desataba el cabreo. La gente estaba encendida. Llegar tarde al trabajo y a casa por el overbucking de los transportes públicos no ayudó nada. Los peregrinos no dudaron en hacerse los mártires al más mínimo indicio de poner en duda al adorado líder y a su organización religiosa. Eso, a pesar de no mostrar excesivo civismo: lo de dejar salir antes de entrar y lo de tirar la basura en las papeleras no entraba dentro de los mandamientos. Y sin embargo, no había excesivos inconvenientes por la afluencia de los millones de personas que visitaban la capital.
Así, entre las convicciones reticentes al catolicismo, fui testigo de acciones injustificables. Tirar petardos e insultar a peregrinos que dormían en el patio de un colegio es digno de estúpidos. Una ignorancia constatada entre los que denuncian la ignorancia de los practicantes. Nadie debería olvidar que hablamos de niños y jóvenes en su inmensa mayoría, que poco pueden saber del debate interno que conforma esta nuestra España. Y la auténtica verdad, lo que no te dice Telemadrid ni Intereconomía, pero tampoco Antena 3, la 1 o Telecirco, es que el 80% estaban de vacaciones en un país turístico, viajando de forma barata. El JMJ es un pretexto para una experiencia. Y como jóvenes que son, experimentan, y a mi personalmente me parece perfecto. No lo vieron así otros, que pregonaban por Twitter una imagen de dos chicas de la JMJ comprándo alcohol en un supermercado. "¿Esto no es pecado o algo asi?", es el comentario irónico que se añadía. Lo cierto es que consumen y hacen algo diferente por sus vidas. Una vida, una juventud, que presumimos oprimida por hallarse en el seno de una familia católica practicante.
Y llegó el momento de mi confesión personal: SIENTO ENVIDIA. A pesar de que nada se fue de madre, al margen de la pésima actuación de las fuerzas de seguridad del Estado agrediendo a miembros de la prensa, menores de edad y a turistas, sentía una desconfianza por todo lo que significaba la JMJ. Una espina clavada en el pecho. No sabía qué era exactamente, hasta que abiertamente se empezó a comparar a la juventud del Papa con la juventud indignada española.
Y es que la opinión pública parecía sentir cariño por esos jóvenes que berreaban "Viva el Papa" con guitarras y banderas en mano. Ves a señores sonriendo a las marchas papales pero que desconfían de los indignados y del 15M. Todos sabemos de la manipulación de las mentes, de la opinión pública a través de los medios, por lo que esto no debería sorprender, pero...
Pero amigos, y lectores inexistentes... Duele mucho. Mucho. Duele muchísimo que tu país prefiera y apoye a estos jóvenes de todas partes del globo, y sin embargo reniegue y le de la espalda a los hijos a los que no les ha sabido dar un futuro.
Dan ganas de llorar, y renacen con fuerza las ganas de buscarte un lugar en el mundo lejos de aquí. Yo por mi parte, sigo ahorrando para irme. Esta semana particularmente, me ha quitado las ganas de luchar por quedarme aquí. Esperar hasta los 40, hasta que los que controlan este país (que curiosamente han patrocinado la JMJ) aflojen la cuerda para dar oportunidades a sus hijos perdidos... Se me antoja cansado. Un esfuerzo que este país nunca me devolverá en beneficio. El país que nos desprecia.
Lo dicho, por mi parte se pueden quedar con esos grandiosos jóvenes del Opus. Esas pijas que van a saludar al Papa, y que los sábados por la noches se follan borrachas al primero de turno, que nunca sabrán la recompensa del trabajo porque siempre lo han tenido todo... España, os los regalo con un lacito. Es lo que os merecéis, lo que os habéis ganado.
Un país de basura. La misma que han dejado los peregrinos por todas las calles de los Carabancheles, Aluche y otros barrios que hoy mostraban su peor cara.