miércoles, 14 de octubre de 2015

[LOVE] Ready Player One: Insert Coin


STAGE 1 - UNREAL HYPE

"Léete esto, te va a encantar", decían los que me han identificado como un alma friki, no sin cierto grado de complicidad. Ready Player One de Ernest Cline, 2011. "Es una novela distópica que va de un videojuego y de referencias a los 80". Qué prometedor, pensé, investiguemos.

Ready Player One, año 2044, el mundo se va a la mierda. Se han agotado los combustibles fósiles y la gran mayoría de la humanidad está al borde de la mendicidad. La vía de escape es un videojuego de realidad virtual aumentada en línea, llamado Oasis, en la que la gente invierte gran parte de su tiempo, evitando enfrentarse al futuro incierto del triste y desgastado mundo real. Millones de personas juegan, conversan, compran objetos reales y virtuales y tienen relaciones y sexo cibernético en mundos artificiales idílicos. ¿El límite? La imaginación. Tu avatar en Oasis puede ser la forma humanoide que decidas, un guerrero medieval, un mago, un piloto espacial, un troll, un dinosaurio antropomórfico, un Alien...

Si bien ya contamos con suficientes elementos para considerar el estar tratando con una obra denominada friki, estaremos errando. Partiendo de esta antesala, parecemos estar ante otra novela de ciencia ficción, género que a menudo es etiquetado equivocadamente (en este caso) como "friki". ¿Qué es lo que convierte a Ready Player One en algo atípico, algo que pueda enfocarse en un género propio? Pues bien, el elemento de partida sería el personaje creador de Oasis (James Halliday), uno de los mejores programadores de la historia, que creció y desarrollo su afición por los videojuegos en los años 80, época que le marcó y de la que siempre se declaró fan hasta la obsesión, evidenciándolo en Oasis, con multitud de referencias culturales de la época. El detonante de la historia es la muerte de Halliday, ya que difunde públicamente su testamento en un vídeo en el que afirma que se entregará su fortuna, la dirección de su empresa y el futuro de Oasis a aquel que descubra un huevo de pascua oculto en el mundo virtual. Para hacerse con el huevo habrá que encontrar 3 llaves y 3 puertas secretas con desafíos programados por él, para que sólo los más dignos seguidores de la cultura de los 80, puedan cruzarlas. Cuatro años después, cuando la histeria provocada por el testamento de Halliday y la "cacería del huevo" empezaban a apagarse, un joven desconocido se hace con la primera llave...



Con esta segunda premisa de mi breve sinopsis, uno puede hacerse una idea más aproximada de lo que nos podemos encontrar, pero es que Ready Player One está literalmente cargada de videojuegos, consola y ordenadores clásicos, de películas, de series de televisión y de música, de mucha música. Y aunque pueda parecer un perfecto reflejo de los Estados Unidos ochenteros, usado como escenario y ambientación dentro una obra que pudiera recordarnos a Tron o a Matrix, lo cierto es que no es más que una selección subjetiva del autor (achacado al creador del mundo virtual Oasis). ¿Pero es justo llamar "friki" a los 80? ¿Son los 80 lo único que encauza esta obra? La respuesta, desde mi humilde opinión, es no. Cierto es que en los 80 surgieron grandes referentes de la fantasía y la ciencia ficción tan fuertemente vinculados a lo "friki"/"nerd", y es, quizás, "nerd" el término que mejor representa a la figura del creador y/o jugador de videojuegos, ¿pero vender esta obra como la novela friki por antonomasia? Definitivamente, no creo que sea apropiado.

Hay dos puntos de vista que me chocan con esta forma de conceptualizar la novela. Por un lado, y ya lo he comentado otra veces, el término "friki" que se ha usado demasiado de forma peyorativa, ya no puede atribuirse a un conjunto aislado de individuos, y en este caso concreto no puede atribuirse al conjunto de referencias que nutren el libro. Estamos hablando de cine, videojuegos, música, televisión, y ni una época concreta (que no es exclusiva de los 80, aunque así se venda), ni una criba de personas, otorgan unilateralmente la etiqueta "friki" a esta novela. Son referencias a la cultura pop estadounidense tan implantada y aceptada globalmente en nuestro imperante sistema capitalista, que estamos hablando de generalidades. Es imposible que nadie mayor de 20 años pueda eludir todas las referencias que Cline menciona en su obra. Que alguien no haya jugado a uno de los clásicos que se mencionan, no le impide seguir el hilo de la historia, ni le incapacita para entenderlo. De hecho, el autor hace muchos esfuerzos por masticar en exceso todas las alusiones que cuela en cada capítulo.


Por otro lado, hay un mundo que está radicalmente cercenado de la concepción de "friki" en su totalidad, y es el del cómic. No existen referencias directas a cómics ni novelas gráficas. Todo ese "subgénero friki" trasluce de forma testimonial en un segundo o tercer plano. Desde mi apreciación personal, ya que has creado un mundo en el que tu avatar de Gandalf puede enfrentarse a los cylons de Battlestar Galactica montado en la nave espacial de Firefly mientras saltas montado en la furgoneta del Equipo A disparando al agente Smith de Matrix las bolas de fuego de Super Mario, ¿qué costaba incluir a Hulk machacándole el cráneo a Goku? No lo sé. Creo que todos los mal conceptualizados como frikis, hemos imaginado algo así como "un todo por el todo" de nuestros mundos de fantasía. Un multiverso total. Una fusión global de géneros y universos de ficción. El refrito definitivo.



Y es que eso, a fin de cuentas, lo que viene a ser Ready Player One: la obra cumbre del género de refritos de la cultura pop. O lo sería, si hubiera abarcado a los cómics y fuera capaz de concebir algo que fuera más allá de lo estrictamente norteamericano/británico. Esa es otra espinita que me ha clavado este autor americano: la tendencia única y absoluta a lo anglosajón, a excepción de un puñado de referencias al anime/manga japonés que han tenido éxito en los Estados Unidos. No me quiero engañar, ¿qué ha podido ofrecer el resto del mundo ante el gigante cultural del siglo XX, el vencedor de la Segunda Guerra Mundial que se ha colado inexorablemente en todos los rincones de nuestros hogares a través de la televisión, el equipo de música y la pantalla de nuestros ordenadores? Muchísimas obras, sin duda, pero carentes de la difusión planetaria con la que USA ha monopolizado la ficción y la forma de concebirla. Sólo las que los filtros del buen hacer del Tío Sam, han permitido. El videojuego japonés, Tintín, Bola de Dragón, ¿Asterix quizá?, grupos alemanes cantando en inglés y pocos ejemplos más, habrían conseguido calar con un éxito similar, y por lo general, con limitaciones geográficas. Sin entrar en el mundo de la literatura (menos mal, aquí sí se puede alcanzar la "universalidad"), no existen películas, grupos de música, videojuegos o cómics de los países de segunda y tercera fila capaces de formar parte del imaginario colectivo humano.

Pero esto no puede ser una crítica firme al libro, porque requeriría renunciar a toda la ficción que nos ha alimentado la psique durante toda nuestra vida y de la que tenemos dependencia. La cultura pop anglosajona forma parte de nuestra cultura global con un reminiscente de su victoria sobre todos los demás. Y todas estas películas, series, videojuegos, música y cómics son nuestro "Oasis" particular, la respuesta retroalimentada de un sistema que, cuando es comprendido a una mínima escala, asquea y crea repulsa como individuo insignificante y prescindible del mismo. Y Ready Player One, no deja de ser más que otra chuchería que trata de suplir la voracidad de nuestras desalentada existencia, pero no por ello rechazamos entrar al juego y disfrutarlo.

Carpe diem. Eso es lo que nos queda.




viernes, 26 de junio de 2015

[HATE] Star Wars - Episodio VII: El Despertar de Carmena


Al día siguiente de derrocar al Emperador y destruir su nueva Estrella de la Muerte, que actuaría como la mordaza definitiva de los habitantes de la galaxia, y aún en medio de la celebración por la inminente constitución de un nuevo gobierno, la Alianza Rebelde recibió una petición de los políticos de Coruscant exigiendo respuestas a por qué no hacían nada con la esclavitud de los wookies. Una situación, por cierto, que ellos habían consentido en los últimos años. Los rebeldes, en respuesta, argumentaron que aún no habían tomado posesión del nuevo gobierno en Coruscant para saber cómo se podría responder a la precaria situación de Kasshyyk.

El segundo día de la desaparición del Emperador Palpatine, Han Solo, héroe en la lucha contra el Imperio, fue puesto en el ojo de la opinión pública por unas declaraciones realizadas en la HoloRed en sus años de contrabandista, en los que ironizaba sobre el genocidio Jedi y la deficiencia mental del ex-senador de Naboo, Jar Jar Binks. En rueda de prensa, al día siguiente, renunció a su cargo de General de la Fuerzas Armadas de la Alianza Rebelde y a su inminente cargo de diplomático planetario, explicando que los mensajes publicados hacía 5 años, en los que aún no tenía relación con la causa de la Alianza Rebelde, se trataban tan sólo de una broma personal con su compañero Chewbacca y su amigo, también miembro activo de la Alianza, Lando Calrissian. Calrissian, por su parte, ha declarado que nadie ha querido comprender el contexto de estos mensajes, enfatizando la ausencia de responsabilidades de su compañero y amigo en esa etapa de su vida. La fiscalía galáctica citaría a Solo, más adelante, en calidad de imputado por enaltecimiento del terrorismo, pertenencia a banda armada y hurto mayor.

A los 3 días de la formación de la Nueva República, Mon Mothma, primera jefa de estado declaraba la imposibilidad inmediata de una recolocación de refugiados de guerra sin hogar, debido a la venta masiva de planetas habitables a fondos buitre de Industrias Viraxo por parte del Imperio, lo que ha provocado numerosísimas críticas entre los sistemas simpatizantes de los rebeldes.
El Sector Corelliano, que habían sido íntimos aliados y cofundadores de los rebeldes en la guerra, se unieron a las críticas y se posicionaron en contra de la república, pidiendo responsabilidades sobre este importante punto incluido en las promesas electorales de antigua oposición. La imposibilidad de integrar a los corellianos en el nuevo gobierno por su aislamiento político, amenaza con hacerlos desaparecer del plano del senado.

A una semana del ascenso al poder de los antiguos rebeldes, Leia Organa fue increpada en un debate público por recuperar su puesto de senadora de Alderaan, un planeta que ya no existe, teniendo muy en cuenta su vinculación a la familia real del mismo. Sus declaraciones, en las que afirma que donará su sueldo íntegro a organizaciones sociales por la memoria de Alderaan, han sido ignoradas, antes incluso de que se puedan recalcular las dotaciones económicas del nuevo senado. Recordemos que, antes de la aniquilación de su planeta, la realeza alderaniana estaba sumida en graves escándalos de corrupción, que el virrey Bail Organa fue incapaz de disolver, a pesar de sus medidas ejemplarizantes.

Obviando su participación en la destrucción de la primera Estrella de la Muerte y sus inumerables victorias sobre las fuerzas imperiales, el Comandante del Escuadrón Pícaro y héroe de guerra, Luke Skywalker, fue acusado de cómplice de asesinato del Emperador Palpatine, tras la publicación de un conjunto de evidencias que le hacen responsable directo del asesinato de Palpatine a manos de su vicepresidente, Darth Vader. El escándalo ha estallado tras revelarse que el también fallecido, Darth Vader, era supuestamente padre de Skywalker, su principal enemigo político, dando lugar a numerosas teorías de conspiración en las que se sugiere un falso cambio de gobierno, en el que la guerra habría sido una simple maniobra de manipulación para perpetuar el poder del Imperio con un lavado de imagen. Lejos de terminar con la indignación que ha levantado el caso denominado "Soles Gemelos", ciertas fuentes indican que Skywalker ocuparía un puesto elevado en la jerarquía de la secta religiosa Jedi, que se creía extinta, algo inaceptable para un puesto de peso en un gobierno laico. Dichas fuentes apuntan a que la Nueva República planeaba destinar fondos para la creación de una nueva institución Jedi en Yavin IV, en un claro caso de tráfico de influencias.

Los medios de comunicación, aún en poder de los restos del Imperio, consiguieron en unas semanas poner en contra de los antiguos rebeldes a media galaxia, por su pasado radical en manifestaciones armadas y tomas de templos sith, así como sus supuestas relaciones con organizaciones criminales como Sol Negro o la mafia Hutt. El popular partido moderado de Bothawui, denominado Bothans (B's), liderado por el joven Borsk Fey'lya, ha tendido la mano al Imperio para acordar un pacto de gobierno para expulsar, según sus palabras, "a los radicales del senado".

En un mes, fruto del descontento generalizado, los mon calamari exigieron un referéndum popular para la proclama de la independencia de la Nueva República, algo que causó gran revuelo tanto en el Borde Exterior, como en los sistemas centrales. Los calamarianos reivindican un reconocimiento como potencia al margen de la República, tras haber sustentado económicamente a muchos sistemas afiliados a la Alianza durante la guerra, principalmente los dedicados a la agricultura. El antiguo Almirante Ackbar, que ha abandonado el ejército para participar activamente en política, declaraba en rueda de prensa "los mon calamari no tenemos porqué pagar más impuestos para que planetas como Dantooine se tiren 6 meses al año sin trabajar, mientras mantenemos Coruscant con nuestros esfuerzos".

Sin tiempo de reacción, y la rápida exigencia de cuentas por parte de oposición, aliados, militantes y seres de otros cúmulos de estrellas, el nuevo gobierno se vino abajo y volvió a cundir el caos en la Galaxia. 

Fin de la crónica*.


(*) [Así es como el caso de Ahora Madrid y la actual situación política española inspiraron el guión de Star Wars – Episodio VII: El Despertar de la Fuerza].


jueves, 28 de mayo de 2015

[Microrrelato] Errantes



Resultaba difícil determinar si el chico que le recibió tenía una estampa de seriedad o de melancolía. Quizás era un conjunto de ambas, pero bajo su traje y su actitud de profesionalidad, su mirada declaraba un indudable manifiesto con respecto a su trabajo. Probablemente le sacaba cuatro o cinco años... Aparentaba la edad habitual en la que te enfrentas al desengaño del funcionamiento real de las cosas.  Formar parte de una de las manos ejecutoras que hacen posible ese funcionamiento puede suponer un trago difícil de asumir. 

   Dicen que los médicos establecen un escudo para separar su trabajo de la implicación personal que puede desarrollar con un paciente. Evitar prudentemente cualquier lazo estrecho que los vincule emocionalmente. Trabajar en los recursos humanos de una ETT debía, a priori, exigir el mismo ejercicio. Barajear a diario los currículums vitae que, al fin y al cabo, no contienen otra cosa que las esperanzas depositadas por cientos de personas, sólo puede encallecer la moralidad. A este chico, sin duda, le faltaban aún kilómetros para desligarse de parte de esa moralidad. Kilómetros para afrontar con indiferencia todas las caras que van y vienen a diario. La cara de ese día es posible que tardara más tiempo en olvidarla.

—Buenos días Adrián, me llamo Mario Ortega, hablamos por teléfono ayer— dijo tendiéndole la mano.
—Buenos días Mario, encantado —dijo a su vez Adrián estrechándole la mano con firmeza.
—Oye, qué puntualidad, ¿eh?
—Por supuesto, es lo mínimo —añadió una mueca que reforzara el apretón de manos.
—Muy bien, pues acompáñame a una sala —dijo con una cordial sonrisa mientras apuntaba hacia una puerta del pasillo con la mano que sujetaba una carpeta y un bloc de notas—, por aquí. ¿No te importa que te tutee, no? —comentaba durante su avance— Yo es que lo prefiero en estos casos.
—En absoluto —contestó Adrián tratando de ofrecer una sonrisa sincera y equiparable a la de su entrevistador.

   La oficina no tenía ningún particular a destacar. Mismas paredes modulares, mismos falsos techos, misma luz blanca de fluorescente, misma moqueta gris, en esencia, teñida de un color corporativo que en ese momento no recordaba. En la sala de reuniones, una larga mesa y doce incómodas sillas acolchadas, albergaba un portátil conectado a un proyector apagado. El ambiente estaba cargado por el ir y venir de gente, y la ausencia de ventilación propia de dichos edificios.

—Siéntate, por favor —dijo Mario en un tono que trataba de emitir confianza. Una vez que Adrián tomó asiento en una de las sillas centrales, procedió a sentarse en frente—. Bien Adrián, te voy a contar un poco en qué consisten las funciones del puesto que queremos cubrir, así como las condiciones que tenemos pactadas con el cliente. Perdóname si voy muy rápido, pero tengo una reunión en quince minutos, de estas que salen imprevistas, ya sabes... —otra vez la sonrisa de complicidad previa a continuar con la exhibición de su competencia discursiva de alta velocidad—. Como te comenté por teléfono, somos una empresa especializada en outsourcing y consultoría y tenemos un pequeño grupo prestando servicios administrativos en IberServ. Ahora mismo necesitamos sustituir un perfil un poco específico; principalmente sería ocuparse de la documentación, el papeleo... —añadía gesticulando aburrimiento— Ah, y también hay una estantería de revistas y libros que la gente del departamento tecnológico consulta de vez en cuando. Habría que tenerlo todo un poco controlado, para agilizarles el trabajo y tal, así como realizar informes y ocuparse de alguna digitalización... —el discurso aparentaba originalidad, hasta parecería espontáneo a los ojos de quien no suele enfrentarse a la situación—. Sería un contrato por obra y servicio, ahora mismo no hay una duración determinada para el proyecto, pero de momento el cliente está contento con el trabajo del grupo y el servicio lo van a seguir necesitando indefinidamente —dijo alargando una pausa mientras consultaba los impresos que llevaba en su carpeta—. Bueno, como hemos visto en tu currículum, has tenido experiencia en muchos ámbitos. ¿Me podrías hacer un extracto para resumir tu experiencia en puestos similares? —miró al reloj por primera vez antes de devolverle la mirada.

—Eh, sí, claro. —contestó Adrián sintiendo que se encontraba en una posición más cómoda de la que el momento precisaba— Trabajé nueve meses como auxiliar administrativo en la Fundación CNIC, fundamentalmente suministrando información específica a investigadores, algo que veo que guarda mucha similitud con el puesto que me comentabas —pausó quizás en exceso— ¿Te puedo tutear, verdad?
—Sí, por supuesto —dijo obviando rápidamente la incomodidad del momento—. Veo que eres licenciado en filosofía, y más adelante hiciste un módulo de informática. Menudo cambio, ¿no? —aplicando un tono más estrecho y sincero.
—Sí... —su mirada volvía a enfrentarse, aburrida, a una pregunta recurrente—. Suelo decir que estudié lo que quería y elegí otra vía en la que profesionalizarme. Aunque no me quedé simplemente ahí...
—Efectivamente, veo que tienes mucha formación complementaria, mucha experiencia en distintos campos... Un perfil multidisciplinar, vaya —otra mirada al reloj delataba su impaciencia—.
—Eso es lo me gusta pensar... —dijo Adrián en un arrebato de sinceridad—.
—¿Sólo te gusta pensarlo? —empezaba a resultar molesto el abuso de la sonrisa, socarrona ya, sin duda—. Afírmalo sin más, hombre. Es difícil aprovechar tan bien el tiempo.
   La entrevista se vio interrumpida por el poco melodioso repiqueteo de unos nudillos contra la puerta. Sin espera de una respuesta, irrumpió en la sala un hombre bajo, prácticamente calvo a excepción de una nuca cana, llevando unas gafas de diseño con montura fina y la denotada intención de evidenciar que no eran válidas para todo tipo de carteras.
—Mario tenemos la reunión, ¿llevas lo que te pedí?
—Sí, lo tengo en mi portátil —se pausó mirando a Adrián, consciente de la pleitesía que habían adquirido las notas de su voz—. Ahora mismo estábamos terminando con la entrevista...
El hombre dirigió su mirada a Adrián, mientras sus facciones se tornaban en un gesto de fastidio. La puerta seguía abierta, dejando entrar el creciente bullicio de la oficina. Se volvió hacia Mario:
—¿Pero esto no estaba cerrado?
Mario debió cruzarse con la mueca perpleja de Adrián antes de contestar apurado.
—Aún faltaban por entrevistar a algunos seleccionados, y...
—Vale, vale —interrumpió nuevamente el recién llegado como algo habitual en su actitud—. Hacemos una cosa, vete a por el portátil y espérame en la sala. No sea que hoy les dé por ser puntuales —tornándose hacia a Adrián, pero manteniéndose cercano a la puerta—. Ya terminó yo con la entrevista.
—Eh, muy bien.
Mario se levantó y, en un arrebato de lucidez, puso fin al desinterés con el que estaba siendo tratado Adrián.
—Adrián, te presento a Miguel Ángel Viñas, es el director de área.
El tal Miguel Ángel se puso una máscara de hombre afable en cada paso que avanzaba, mientras Adrián, a su vez, se levantaba para saludarlo sin olvidar la reciente ausencia de escrúpulos.
—Encantado —dijo Adrián.
—Muy buenas —concedió el hombre durante el apretón de manos y se dirigió nuevamente a Mario, que se preparaba para irse—: Mario, quédate mejor. Continúa con la entrevista mientras echo un vistazo al currículum.
Sentándose en el asiento más cercano a la puerta, y presidiendo la mesa, el señor Viñas ojeaba rápidamente los papeles de Mario.
—Sí, claro —volviendo a ocupar su posición, Mario prosiguió dubitativo—: Me comentabas, Adrián, que ya habías trabajado como administrativo, ¿no es así?
—Sí, además de en la fundación CNIC, estuve realizando tareas prácticamente iguales a las que solicitáis en una empresa química en Alcobendas. En cuanto a aptitudes, domino todas las aplicaciones de ofimática, nivel alto en Excel, he usado software de gestión de proyectos...
—Muy bien, muy bien —volvió a interrumpir el director de área, tras haber manifestado gran variedad de gestos despectivos mientras leía el currículum y con la intención de zanjar el asunto—. Dinos, ¿qué es lo que puedes ofrecer por la empresa?

   Esa misma mañana mientras se dirigía a esa oficina ubicada en el otro lado de la ciudad, costeándose una vez más el transporte, Adrián había pactado consigo mismo un acuerdo sin ser plenamente consciente de ello. Lo había meditado demasiado en los últimos meses, el hastío había amasado por sí mismo un plan, como un sueño intermitente que le iba ahogando. Pero no fue hasta ese preciso instante, con esa maldita pregunta que había oído demasiadas veces, cuando la decisión fue clara, liberándole del peso creciente de su desazón. Aunque sardónica, se le dibujó una sonrisa.
—Dígame, ¿y qué es lo que la empresa puede ofrecerme a mí?
Seguramente poco acostumbrados a mediar en un tira y afloja, jefe y subordinado enmudecieron mientras sus labios se separaban tímidamente. Adrián prosiguió con una tranquilidad desafiante:
—¿Un contrato temporal de setecientos euros brutos al mes?, ¿una disimulada amenaza de que si no hago las horas que hagan falta, habrá muchos ahí fuera interesados en mi puesto?, ¿o quizás una absoluta desconsideración hacia mi persona, siempre y cuando disfruten de los beneficios de mi contratación?
Al señor Viñas le debió parecer divertida la pequeña muestra de dignidad, ya que anticipó una risita con tono de chanza antes de contestar.
—Con esa actitud, ya te digo que es difícil que encajes aquí.
—Si no le importa, me va a tratar de usted. Y con esta actitud lo único que he conseguido en la vida han sido trabajos plagados de abusos y humillación —esta vez el tono de Adrián iba cargado de algo más que de desafío.
—Bueno, la entrevista ha terminado. Te voy a tener que pedir que te vayas —dijo el señor Viñas levantándose e invitándole a salir con la mano.
—No, le pido a usted que se aparte de mi camino a la salida.
La perplejidad de Mario por la ruptura de la rutina, lo evidenciaba su silencio mientras seguía a Adrián con la mirada en su partida.

   Salió del metro para abrigarse, por fin, en el barrio. El mismo barrio que le vio crecer, parecía mirarle ahora con una premonitoria nostalgia. A pesar de su determinación, la tristeza lo embargó, y en lugar de dirigirse directamente a casa, caminó en dirección contraria. 

   En su reproductor de música, como por obra de una sincronización astral, sonaba La M.O.D.A[1]:

« [...] El camino no va dónde tú quieres llegar,
como Jack Kerouac, siempre contra el viento.
Aquí nunca es buen momento.»
   Caminó sin rumbo, ensimismándose con cada pequeño detalle que engloba la personalidad de ese concreto hábitat urbano. Las telarañas de cables y tuberías de gas que escalaban las fachadas de las distintas colonias, como testimonio de su edad, parecían completamente nuevas a sus ojos.
   «¿Cuando habían cerrado esa panadería?» pensó al toparse con el local vacío en ese cruce de la calle Maqueda, el mismo en el que años atrás compraba globos de agua para jugar en el parque hasta el atardecer en los veranos de su niñez. Otra generación de chavales, 10 años más joven que él ahora, frecuentaban ahora el parque y los portales en menor número. Algunos parecen esperar su momento entre porros, cerveza y fútbol. El estudio les parecía inútil, y la construcción dejó de darles cobijo hace años. Viven esperando a que pase algo… «¿Qué será del barrio, qué será de ellos?, ¿qué será de todos nosotros cuando descubran que nada va a pasar?».
   Casi le parecía egoísta la decisión que había tomado. Su padre le abrazó fuerte, su madre no hizo ningún esfuerzo por evitar que las lágrimas cayeran. Los amigos perennes apostaron por el “hasta pronto” para ignorar a sus fantasmas.
   Partiendo hacia el aeropuerto, una última mirada. Se prometió volver, siempre y cuando las personas volvieran a importar.
   «Adiós. Espero que algún día vuelva a haber sitio para nosotros» , se dijo para sus adentros. En su reproductor sonaba "Ready to start"[2] de Arcade Fire.

   ¿Estamos listos para empezar de nuevo?



[1] La Maravillosa Orquesta del Alcohol. “Nómadas” ¿Quién nos va a salvar? Mús Records, 2013.
[2] Arcade Fire. “Ready to start”. The Suburbs. Mercury Records, 2010

viernes, 13 de marzo de 2015

[LOVE] Trascendestellar


Para aquellos que a menudo nos vemos sobrecogidos por la efimeridad de nuestra existencia y nuestra irrisoria huella sobre la enormidad del universo, 2014 nos trajo una perita en dulce. Christopher Nolan volvía a orquestar un nuevo largometraje. Un largometraje coescrito nuevamente con su hermano Jonathan (quien inicialmente iba a dirigir el proyecto como opera prima), con la pretensión de establecer un nuevo hito homenaje al cine de ciencia ficción.
Cierto es que no han elegido el momento idóneo, tras el éxito desmedido de Gravity en el ejercicio anterior. La academia y su séquito no suele repetir en eso de premiar géneros o personajes de moda, y ciertamente hemos podido ver esa posible injusticia, comprobando la lista de nominaciones y premios, casi todos técnicos, recibidos en los principales certámenes de premios del séptimo arte.

¿Quizás demasiada ciencia ficción para el pecho en pocos meses? Puede ser, pero en opinión del piltrafilla que aquí escribe, la obra de Nolan es superior a la de Cuarón. Ojo, no me confundan con ese homo sapiens arquetipo al que se le ponen duros los pezones con cada película de Nolan. Siempre me han rechinado demasiado las particularidades de este señor, en concreto su afán porque sus obras aspiren a sobrecoger al mayor número de almas posible, aunque por el camino se lleve por delante a los que le hemos calado en su declaración privada de intenciones. Nota: Sacaré la mierda de su sección de perfumería más adelante, para el caso que nos toca.

Me gustó Gravity. El mensaje es claro: "señores, no olviden que el espacio no es para mariquitas" (ni para mujeres débiles, en este caso). Ni para mariquitas, ni para bichos unicelulares que sobreviven en el magma. El espacio es muerte y estamos infinitamente alejados de cualquier perspectiva de domarlo a nuestro antojo, como hacemos con nuestro pisito de soltero que es la Tierra. Pero ahí se queda, otro incidente marcado en negrita para la historia de la carrera espacial, otra evidencia de nuestra fragilidad en el vacío, eso sí, espectacularmente mostrado. La mayor de las reflexiones que puede suscitar Gravitiy es si Sandra Bullock emite los mismos gemidos ahogados en gravedad cero que cuando practica sexo anal con F=m.g en Los Ángeles. Bueno, vale, admitamos cierta evolución en su determinación por sobrevivir.



Le película de Nolan de este 2014, por el contrario, nos deja alguna reflexión más. Una necesidad de seguir masticando después de que aparezcan los créditos finales. No me refiero, a las reflexiones obvias que Chrisito (sí, me gusta llamar a Nolan como al hijo de Chris en Lock & Stock, gilipolleces mías), nos deja como zanahorias colgadas delante de la jeta de un asno, para que los espectadores menos sagaces salgan de la sala regodeándose en su propia inteligencia. No; debajo de este film quiero descubrir más cosas, intencionadas o no por parte de sus guionistas asesorados por la NASA, cosas que semanas después de su visionado me siguen asaltando y transmitiendo un ansia viva por volver a deleitarme con la obra en su conjunto. Metidos ya en el 2015, no me queda otra cosas que decir que con esta, esperaba la película de 2014, y debo admitir que la encontré.

Si han llegado hasta aquí sin reprimir las naúseas, agárrense, porque les propongo formar parte de un viaje hacia las estrellas. Un lugar en el que descubriremos que una de las sustancias esenciales del universo las llevamos en nuestras entrañas, en un arrebato de ego humanista omnipotente.

Les propongo lo siguiente: hagan clic aquí y déjense invadir por la armonía trascendental de la banda sonora del evento cinematográfico que aquí nos ha traido. Escuchen. Avancen hasta la posición 02:51 de la pista y escuchen. Déjense llevar. Escuchen.





El viaje es inevitable. Ahora no hay vuelta atrás.




Pero, escuchen, escuchen mientras se prepara la cuenta atrás.




Comprobaciones positivas. Todos los niveles correctos.





¿Preparados para despegar?






10


...


9


...


8


...



7


...


6


...


5


...


4


...  (ALERTA DE SPOILERS Y BASURA ESPACIAL EN EL VECTOR DE SALIDA) ...


3


...


2


...


1


...


Qué cabeza, he olvidado nombrar el origen de esta entrada. He venido a destripar:


¡IGNITION!




He calculado que aproximadamente el 60% de los que continuáis leyendo habéis vomitado violentamente, y no por haber escapado de la atracción gravitatoria terrestre y haber perdido la protección de la magnetosfera, sino por el bochornoso recurso estilístico utilizado miserablemente para captar vuestra atención.

¿Os sentís engañados? ¿Como si os hubiera contado una historia mucho más trascendente de lo que en realidad es? Enhorabuena, habéis asistido a una "nolanización" de manual. Es lo que Nolan practica perversamente con su espectador en cada película utilizando esos crescendos descomunales complementados con la banda sonora. Si no te dejas embaucar, y eres un intransigente de las inexactitudes científicas y la verosimilitud, Interstellar puede resultar una galería de momentos super-mega-trascendentales con los que no empatizas. Y es que aquí, Nolan se ha dejado llevar por su propia técnica y cada fracción argumental termina que una explosión de intensidad trascendente que amenaza con destruir nuestros tímpanos y dejarnos el bulbo raquídeo al aire completamente desnudito.

Trascendencia. ¿Qué pasa cuando el director de los momentos épicos por antonomasia hace una película sobre el trascender del ser humano a nuevos planos? Que si te dejas embaucar por su grandilocuente historia, a pesar de algunos errores de base e información insistentemente mascada, los momentos trascendentales pueden adquirir proporciones épicas y te meten de lleno en este homenaje al cine de ciencia ficción espacial, encauzado en la historia de amor entre un padre y una hija que salvarán a la humanidad (primer mini-spoiler en la cara).
Dejarse embaucar, por tanto, depende en gran medida por tu predilección por el género y particularmente por el grado de empatía que tengas con el 2001 de Kubrick, o en contraposición, depende de tu devoción subjetiva por el cine de Nolan (una gran parte de los espectadores, sus boyfans). El que viste y calza (por lo menos entre semana), es un prototipo estándar del primer grupo y miembro simpatizante del segundo, por lo que podéis entender que en la sala de cine estuviera dos horas babeando con la piñata abierta cual presa de pantano. La historia me permitió pasar por alto sin complicación, las inconsistentencias y las licencias del director.


Continúo para los embaucados que, acompañados de la banda sonora de Hans Zimmer (notable a pesar de seguir la misma "nolanizada" línea), os hayáis sentido saliendo empujados hacia las estrellas como Matthew McConaughey. Y no sería la primera vez que el muchacho ve las estrellas...




Pongámonos sobre el terreno. Resumámos, sin limitación de spoilers, el film y luego pinchemos donde hay que pinchar, porque hay muchas, muchas inconsistencias (no sólo para con lo plausible aunque no me las voy a dar de astrofísico como tantos criticones de medio pelo, sino también de guión). *Nota: Podéis avanzar al análisis y las conclusiones si habéis visto la película y os ha quedado clara.


MI SINOPSIS

En un futuro cercano, nos topamos con un planeta Tierra moribundo. Una plaga no identificada está acabando con la vida vegetal y con el oxígeno, con el resultado de que todos los esfuerzos se centran en preservar los cultivos en un planeta cada vez más polvoriento y lleno de tormentas de arena. Muchos gobiernos han caido y se da a entender que la población se ha visto diezmada por numerosas crisis. Alabado sea Dios, el gobierno de los EE.UU. sigue en pie sobreviviendo a la extinción con fuertes programas de agricultura y sostenibilidad. Da igual tu formación anterior al declive, ser granjero es lo más importante. Con este pretexto enmarcamos a Joseph Cooper (Matthew McConaughey), un antiguo ingeniero y piloto de pruebas, viudo, con dos hijos y cargando con John Lithgow de suegro. Actualmente un miembro activo de la sociedad como granjero. Y amargado. Amargado por su existencia como cavador de zanjas y atrapado en un mundo que no necesita su formación y su pasión (esto me suena y no es el futuro), que es volar y el espacio. Mira hacia arriba en busca de respuestas, pero sobrevive como hacen todos, y por sus hijos. Su hijo tiene dotes para el cultivo y el campo. Será un buen granjero del maíz hasta que también se extinga. Pero su hija Murphy (Mackenzie Foy)... Ella es inteligente, creativa, curiosa... Tiene problemas en el colegio, porque no le basta una educación básica, ella aspira a más. Pero en un planeta que se está muriendo no hay lugar para los intelectuales... ¿O sí?



Un "hilado por los pelillos del bigote" fenómeno inexplicable ocurre en la habitación de Murph. Se oyen ruidos, se caen objetos... Ella lo llama "el fantasma". Cooper se queda con el ojete torcido al ver que esta anomalía les manifiesta unas coordenadas concretas sobre el polvo del suelo (no es que sean guarretes, es que hay mazo polvo everywhere primo). Deduciendo que se trata de una alteración magnética deliberada, se entusiasma con la idea de que esas coordenadas le revelarán a algo o alguien que está al nivel de sus expectativas. Ni corto ni perezoso se planta en una base secreta que alberga una oculta NASA, dirigida por el el profesor Brand (Michael Caine) junto a su hija Amelia (Anne Hathaway). Allí le soltarán una revelación trascendental: el planeta se muere sin solución y el gobierno financia en secreto a la NASA y su proyecto para huir de la Tierra e instalarse en otro planeta. El secreto se debe a que la población observaría como un despilfarro invertir en la agencia espacial (pullita de Nolan a la situación real actual del programa espacial norteamericano).

Curiosamente no se insiste mucho en dilucidar cómo Cooper aparece allí justo en el momento en el que tiene una vacante de piloto para la misión más importante de la humanidad. Un agujero de gusano (o portal interestelar) ha surgido misteriosamente cerca de Saturno, una puerta que se abre a un sistema solar similar con 3 planetas potenciales para albergar la vida terrestre. Ya se han mandado misiones de reconocimiento, pero no se pueden recibir comunicaciones desde el otro lado, por lo que es necesario un viaje más para confirmar el planeta adecuado y que parta una colonia desde la Tierra. Cooper no tarda mucho en decidir que debe unirse a una misión sin garantías de retorno y abandonar a sus hijos. Lo sabemos desde que miró hacia el cielo. Es su pasión, lo que está capacitado para hacer, y ahora carga con la responsabilidad de salvar a todos y darles un futuro. Pero Murph no lo entiende, le odia por abandonarle, y en contra de lo que le recomienda su suegro, Cooper les promete que volverá. Se va roto, Murph ni siquiera ha querido despedirse de él.

FIN DEL PRIMER TERCIO

Lo que resta de película se centra en la misión espacial. Cuatro tripulantes y dos robots con inteligencia artificial vacilona cargada al 75% de sarcasmo. Emocionante viaje a través del agujero de gusano, para llegar al nuevo sistema. Aquí entramos a saco a pisar terrenos fangosos, ya que Nolan va a jugar con el espacio-tiempo colocando un agujero negro en este sistema (y muy próximos al portal y a los planetas). Por esta estratagema que tanto juego dará a la película, restamos coherencia a la trama ya que ¿qué clase de viabilidad tiene un proyecto para colonizar un sistema con un agujero negro (por muy teóricamente rotativo que sea) que está condenado a autodestruirse? Prosigamos. No es hasta llegar allí cuando identifican las distintas alteraciones temporales que el agujero negro ejerce sobre cada planeta. En resumidas cuentas, el descender a un planeta, les supondría una ralentización del tiempo en comparación con lo que está fuera de la atracción del agujero negro (tranquilos, Nolan al igual que en Origen, utiliza a un actor para explicar todo todito a quien no sea capaz de comprender la relatividad). El caso es que eligen el planeta con mayor transcurso de tiempo al peso y la cagan para bien, no sólo encuentran un mundo acuático sin superficie sólida si no que pierden a un astronauta por un maremoto, retrasándose lo suficiente para perder 23 años al cambio en la Tierra.


Otro asunto curioso es que aunque no pueden emitir desde ese lado, sí que reciben información desde la Tierra. Cooper revisará toda una vida que ha perdido con su hijo, que ha tomado bien su rol de granjero, pero sólo recibe un único mensaje de Murph cargado de odio y rencor. Muy emotivo todo. Sobretodo cuando Michael Caine muere confesando que el transporte a gran escala desde la Tierra es imposible porque no han descifrado la ecuación necesaria para generar gravedad artificial y soporte vital en una gran estación espacial que albergue a miles de personas. La misión "Lázaro" de Cooper tiene en realidad, el objetivo de poblar el planeta con un plan B (una asombrosa "máquina" con toda la información genética de las especies de la Tierra capaz de "sembrar" la vida, que denominan la "bomba demográfica"). Murph cree que su padre se embarcó en la misión, a sabiendas de que jamás volvería, de ahí su renovado rencor. Cooper engañado, y tras el fracaso en el primer planeta, rompe una lanza y decide el rumbo del siguiente planeta (que según los datos recibidos tiene muchas papeletas para presentar estabilidad para la vida). Allí, sorpresa, se encuentran criogenizado con el primer enviado al planeta, el doctor Mann (Matt Damon), que está un poco aturdido por la soledad. Resulta que Maaaatt-Deimon estaba más que aturdido, ya que había enviado datos falsos sobre el planeta, que resulta ser completamente estéril, para que fueran a rescatarle. Como buen cobarde y sin mucha lógica, intenta matar a la tripulación y se dispone a robar la nave para terminar él con la misión en el tercer planeta. Otro momento espectacular, que recuerda mucho a Gravity es el accidente que Maaaatt-Deimon desencadena en la nave en órbita. Con ayuda de los robots, pericia y mucha peripecia, Cooper consigue salvar lo que queda de la nave. Sin embargo, para conseguir que Amelia llegue al tercer planeta, el bueno de Matthew se hace el héroe y se sacrifica arronjándose con un módulo auxiliar al agujero negro... (he ido muy rápido, lo sé).

FIN DEL SEGUNDO TERCIO

El momento de la trascendencia. O eso pensaba yo, cuando parecía que ibamos a ver un viaje similar al de 2001, en el que la mente de Cooper trascendería a un nuevo nivel hacia lo desconocido. No, aquí vuelve Nolan a hilar las semillitas que ha ido sembrando en la película. Cooper, en vez de morir totalmente destruido por el efecto del agujero negro, alcanza un plano extra-dimensional desde el cual es capaz de interactuar en el espacio y en el tiempo (aunque el espacio se limita a la habitación de Murphy). Así, Cooper se revela como "el fantasma" de la habitación de Murph y consigue enviar a su hija adulta el secreto de la ecuación de Brand (por morse, tócate los cojones), reconciliándose además con ella.


Magia Potagia, Cooper reaparece unos 80 años después de su partida en Saturno justo en la trayectoria de la estación espacial con la colonia humana que se dirige al nuevo planeta. Allí se reencuentra con una moribunda Murph nonagenaria, y se confirma la reconciliación y el amor padre-hija. Si Cooper no encontraba sentido en su vida en la Tierra, tampoco veia sentido en sentarse a esperar, así que decide partir en búsqueda de Amelia que, ignorante de todo, está estableciendo sola la "base de la vida" en el tercer planeta, Edmunds, que es el bueno.

FIN

ANÁLISIS

Revisionemos nuevamente de forma cronológica (si los agujeros negros nos lo permiten).


Al inicio de la película, hay un arranque estilo documental en el que unos abuelos hablan de la "época del polvo", con recuerdos nostálgicos sobre los tiempos de antes de la era de la plaga y las tormentas de arena en la Tierra. No se dónde he leído o escuchado que se trata en realidad de entrevistas reales a personas que vivieron los años de sequía conocido como "dust bowl" durante la depresión estadounidense. De hecho, parece que la ambientación (la granja, la casa de madera, esa fotografía polvorienta...) está sacada de Las Uvas de la Ira.
La idea es buena, y habría resultado interesante en el caso de seguir una narración apoyada en estos testimonios (pongamos de ejemplo la serie Hermanos de Sangre, o la estructura original de la novela Guerra Mundial Z). Sin embargo, no se vuelve a hacer referencia a este elemento hasta bien entrado el final, resultando que dichos testimonios están recogidos en un museo sobre Joseph Cooper, el salvador. No he llegado a comprender la función de este recurso, a pesar de lo curioso del detalle del "dust bowl".

El mundo distópico de Interstellar ha recibido muchísimas críticas, sobretodo en cuanto a que no se explica qué conflictos se han sucedido ni en qué consiste la plaga que acaba con la vida vegetal. Yo no considero relevante especificar lo que pasa, teniendo en cuenta la cantidad de distopías que se han llevado al cine de forma fallida, precisamente por recrearse en los orígenes y consecuencias del apocalípsis de turno. Sí me chirría que a estas alturas se siga insistiendo en que lo único salvable de la Tierra se sintetice y ajunte en EE.UU. Nolan nos los vuelve a poner de salvadores de la humanidad (su humanidad), como si actualmente la potencia aeroespacial no fuera la Federación de Rusia. Pero como alegato para defender la importancia de la NASA, ojo eso sí que lo aplaudo, le ha quedado muy bonico. Pero quizás, no bajo el amparo del gobierno estadounidense, que inexplicable e ilógicamente, ha disuelto al ejército. Por poco puntilloso que se quiera ser, no imagino un ejército como el estadounidense, disolviéndose sin más (sobretodo en un estado de inestabilidad social absoluta).

Otra crítica generalizada, incluso por parte de los boyfans de Nolan, es la supuesta "ñoñería" de la relación padre-hija. Señores, un buen ejemplo de relación paternofilial ñoña y sinsentido la tenemos en La Guerra de los Mundos, no sólo por el repelente personaje de Dakota Fanning, es que no hay quien se crea a ese padre (Tom Cruise) ni su inexplicablemente fría y hostil relación con sus hijos.
El trabajo de McConaughey y Mackenzie Foy es, sin embargo, muy notable. Primero porque conseguir un papel y una interpretación infantil que no sea cargante es bastante complicado y aquí se nos presenta a una niña verosímil y creíble para esa realidad, sin dejar de ser una niña; y segundo porque el carácter de Cooper no es el de un padre ñoño ni especialmente cariñoso, aunque transmita un amor profundo y sincero por sus hijos.
Luego también lees lo de "vaya padre, que deja a sus hijos para irse al espacio". Pues sinceramente, la impresión que se refleja es de dudar claramente que aceptara si no le dicen "o nos ayudas tú, o no estás condenando a morir a todos".

Quizás para mí los mejores minutos de la película son los que van desde la partida de Cooper, con su desgarradora despedida de Murph, hasta el salto por el portal interestelar. Destaco también cómo la música adquiere una inspiración marca John Williams, al mostrar fenómenos inexplicables (el fantasma y manifestaciones en el agujero de gusano), leves recuerdos de Encuentros en la Tercera Fase. En este tercio nos presentan a dos personajes claves, que sostienen toda la carga cómica de la película, los robots TARS y CASE. Las líneas de diálogo de estas inteligencias artificiales son tan breves como extremadamente efectivas en su sagacidad, y aportan una vuelta de tuerca a las concepciones más comunes de la robótica. Nolan juega con la predisposición del espectador a esperar un mal latente de los seres artificiales, para mostrar que resultan ser los compañeros más útiles y fieles, sin crear una excesiva dependencia de ellos. Si por un lado nos ofrece una IA completamente diferente a la del HAL 9000 de 2001: una odisea en el espacio, Chrisito nos la homenajea de otro modo, ya que la apariencia externa de estos robots cuando están plegados es tan sencilla como icónica: ¿TARS no os recuerda a cierto monolito?




La intencionalidad del homenaje a Kubrick podemos saborearla también en la música de Zimmer, y en el momento en el que Cooper se arroja al agujero negro de "Gargantúa". La primera juega para espectadores con oído, y la segunda con las expectativas de los espectadores curtidos en la ciencia ficción, como queriendo mostrar "soy Nolan, este es mi toque distintivo". Como luego profundizaré, esta marca está justificada por ser fiel a la idea principal de la película, si bien está muy cogida por los pelos y casi seguro acaba decepcionando a los aficionados del género.

Otra escena polémica es la del icónico planeta de los tsunamis, cuando muere el personaje de Wes Bentley (el de American Beauty). Partamos de este personaje, que no he destacado en la sinopsis. Doyle es el experto en geografía, por lo que se cumple una regla fijada en el cine espacial reciente: la palma fijo. Los expertos en geología, geografía, biología, están condenados a morir de la forma más estúpida o irritante posible (véase El Núcleo, Sunshine o Prometheus). ¿Doyle muere así en Interstellar? Para gran parte del público, así ha sido. Yo no opino que esta muerte sea todo lo estúpida que pueda parecer. Por mucho que el personaje de Amelia se obstine en recuperar la sonda, es el momento en el que identifican la ola gigante el que ya da por sentenciado a Doyle. Recordemos (parece que muchos no quieren) que la gravedad de este planeta es muy superior al de la Tierra, y ni Doyle ni Amelia tienen capacidad para regresar a tiempo a la nave por sus propios medios. Por lo que el robot CASE, además de ser consciente de que Amelia portaba información vital para la misión, responde a la orden de Doyle de salvarla a ella. Doyle intenta en vano regresar a la nave, y por muy poco es brutalmente arrastrado por la ola de varios kilómetros de altura. Yo lo ví como algo inevitable, si bien es cierto, que el montaje de la escena da a entender que Doyle se para a mirar en numerosas ocasiones o que no se esfuerza todo lo que debiera en avanzar hacia la nave...

En cualquier caso debo decir que no me molestó su muerte, debido a su "rol Gordon-Levitt". Me explico: espero que hayan visto Inception (Origen). Bien, en esta película el personaje de Joseph Gordon-Levitt tiene la única función de explicarle continuamente a Ariadne (al espectador) el funcionamiento del mundo de los sueños. Da igual que sea una tía formada para ello, en un mundo en el que la gente acepta como cotidiano el conectarse a un aparatito para sumirte en sueños a la carta, Joseph te lo va a explicar todo con pelos y señales. En Interstellar, el personaje de Wes Bentley cumple la misma función de un modo que rechina demasiado. ¿Es coherente enseñarle principios básicos de astrofísica y relatividad a un ingeniero expiloto de la NASA? Aquí es donde Nolan mete el gambón a la plancha, precisamente en su afán por atraer (en este caso, no perder) al mayor número posible de espectadores a su secta. Todo ello a costa de quitarle solidez al personaje de Cooper, que debería haberle soltado un mamporro a Doyle cuando le explica cómo funcionan los agujeros de gusano. Lo siento por la audiencia que requiera las cosas mascadas, y me alegro de que Doyle y sus consejos prácticos de ciencia abandonen pronto la película.



Llegamos aquí al gran mensaje humanista con el que el guión de Nolan nos alecciona. Vuelven a la nave, en cuanto consiguen sobreponerse al mega tsunami y se encuentran con el cuarto astronauta en discordia, el físico Romilly, para descubrir que han pasado 23 años por el incidente en el planeta. No voy a entrar a criticar lo pancho que encuentran a Romilly, que se ha tirado solo todos esos años sin perder los anillos (el polo opuesto de lo que veremos que se ha visto afectado Matt Damon), y además goza del don  "Jordi Hurtado" de la inmortalidad. La clave la tenemos a continuación, en el momento más interpretativo de Anne Hathaway. Cooper cabreado por el fracaso que les ha llevado a perder décadas y por el mensaje rencoroso que recibe de la ya adulta y científica de la NASA Murphy, entra a debatir cuál será su siguiente movimiento. Amelia, que había ocultado que tenía una relación sentimental con el astronauta enviado al planeta "Edmunds" (su nombre), opina que deberían dirigirse a ese planeta. Cuando Cooper la acusa de ser subjetiva en su proposición, ella honestamente aboga estar movida por sus sentimientos y que estos la llevan impulsando toda la misión a tomar esta decisión. En una análisis simplista argumenta que puede que el amor sea una conexión mística con el universo: "el amor es la única cosa que somos capaces de percibir que trasciende el tiempo y el espacio".

Quedará muy bonito, incluso Hathaway nos lo transmite de forma muy convincente, pero ¿está el género de ciencia ficción, que se apoya siempre en el método científico, preparado para esta clase de reflexiones que rozan la banalidad? Creo que los que focalizaron su frustración por la ñoñería de la película se equivocaron en señalar a la relación padre-hija. Nolan quiere decirnos que el amor es una variable fundamental del universo, y es origen y escenario de una quinta dimensión perteneciente a la raza humana que nos permite alcanzar el infinito del espacio y del tiempo. Y si antes sacrificó la credibilidad del personaje de Cooper por hacer "entendible" la teoría, ahora sacrifica los dos personajes femeninos con el pretexto de esa idea. Sencillamente no me pega que dos tías con tal alta formación y preparación (científicas de la NASA), sacrifiquen la lógica, la compostura y su capacidad de actuación, quedando subyugadas a la iniciativa de "sus hombres". En este sentido Gravity sí es superior, ya que el personaje de Sandra Bullock es coherente con su entorno y "solidifica" el guión. Eso sí, pensemos en la ambición de Insterstellar y comprendamos las dificultades de presentar un guión sólido y fiel a los elementos sorpresivos y trascendentes de Nolan.

Veremos más adelante, con el "teseracto", la dimensión humana en la que entra Cooper, la profundización en esta idea y el desenlace de la trama. Y es que no todo puede ser innovación, y la entrada en el planeta Mann junto con el rescate de la hibernación criogénica a la que se había sometido el doctor Mann (Matt Damon), nos brinda uno de los clichés básicos de la ciencia ficción: la demencia espacial. Existen tres elementos malvados básicos en las historias espaciales: la raza alienígena hostil, la inteligencia artificial que se vuelve en contra del ser humano y el propio ser humano llevado a la locura  por su exposición al vacío negro entre las estrellas. Interstellar, aunque nos hace sospechar de una posible traición por parte de los robots TARS y CASE, nos da una buena ración de lo último con un brillante doctor Mann que ha caído en la versión más vil y cobarde del ser humano. Poco más que añadir a un conjunto de escenas de gran tensión muy bien llevadas, en las que Romilly muere asesinado y Cooper casi se queda degustando la inerte atmósfera de Mann a puerta gayola.

¿Poco más que añadir? ¿Seguro? Preguntémonos: ¿Está justificada la reacción del Dr. Mann? Pues si lo analizamos detenidamente, no mucho. Resulta que el científico más brillante de la Tierra se presenta voluntario para una misión de reconocimiento sin retorno a un planeta desconocido y, una vez metido en vereda y atormentado por la soledad, resulta que quiere aferrarse a la vida del modo que sea. Viéndose atrapado en un planeta yermo sin posibilidades para la vida (pero con una peculiar atmósfera con grandes nubes de hielo flotantes), Mann envía datos falsos de un planeta prometedor y se mete en el arcón congelador a esperar que alguien acuda a él antes de que se caduque, cual calipo de fresa. Hasta ahí, podemos comprender sus motivaciones. Pero una vez te rescatan (interesante reacción la que tiene al volver a tener contacto humano, no como el sinsangre de Romilly), ¿qué necesidad había de continuar tú sólo la misión matándo a todos los demás, y perdiendo recursos importantes? ¿No podía simplemente decir "chavales he mentido, quería vivir, ¿lo intentamos con el último planeta? Gracias por rescatarme"? ¿Que se pensaba, que lo iban a matar por ello? Tendremos que contentarnos con pensar que el pobre Matt Damon estaba realmente tarumba, ya que tras tantos años de entrenamiento en la NASA vemos que se había olvidado de las consecuencias lógicas y devastadoras de la despresurización en el vacío.



Con la nave Endurance hecha unos zorros, y mientras Amelia y Cooper hacen balance de daños, la acción vuelve a un planeta Tierra más inhóspito aún en el que Murphy trata de descifrar la ecuación que permita los viajes espaciales de larga estancia y ocupación, la última esperanza de los que habitan en la Tierra (aunque el profesor Bran dijera en su lecho de muerte que era imposible de hallar). Creo que aquí todo el fundamento científico en el que la película dice basarse es más inconsistente que nunca: ¿realmente una ecuación es el mayor problema para evacuar una colonia humana del planeta? Veo que omitimos los medios materiales, económicos y la propia capacidad tecnológica, pero como dije antes no he venido a cuestionar esos asuntos, del mismo modo que nunca he querido cuestionarme la forma en que explota la Estrella de la Muerte.

Sí voy a cuestionar las motivaciones del hermano de Murph, el primogénito de Cooper, que está llevando la granja mientras ella investiga en la NASA. Situación: viene su hermana de visita, ve el estado de salud de su sobrino (cough gough master), y les sugiere llevárselo para que le den un tratamiento para los problemas respiratorios causados por el creciente polvo en el aire. En este momento, el majete de Tom Cooper (Casey Affleck) se convierte en un troglodita sureño radical cristiano y le entran ganas de disparar a cualquier cosa que huela a ciencia. Puedo entender que el señor Nolan se sienta incómodo con esas personas que se niegan a vacunar a sus hijos, pero esta no era la mejor forma de criticar a determinados colectivos que no han sido agraciados con el pensamiento lógico. No encuentro coherente la reacción violenta de este personaje, que pasa de 0 a 100 de dar un abarazo de bienvenida a su hermana, a echarla de su casa, amenazarla y agredir a su medio-churri que la acompaña. ¿Por intentar salvarle la vida a su hijo? Vale, el colega ha perdido a un padre que le dejó tirado por irse al espacio y ha enterrado a su mujer por tos polvorienta, pero ¿es motivo suficiente para que una persona rehuse de la medicina como único medio para salvar o alargar la vida de su hijo enfermo? Era necesario crear un conflicto, sí, pero no se lo han currado y es uno de los defectos más grandes que se pueden atribuir a esta película, y no la supuesta verosimilitud científica. La tensión acumulativa tan propia de Nolan, que tan fínamente hila y encaja cual mecanismo de relojería en Origen o en la trilogía del Caballero Oscuro, aquí me resulta cómica hasta cierto punto: "¡Distrae a mi hermano, que está enajenado con la ciencia, que tengo que comunicarme en morse con mi padre a través de esta estantería!"

Sí, no puedo sino relamerme de forma agridulce con esta conclusión del film. La nave está cascada, y para que lleguen al último planeta deben soltar lastre. Pues alah, Cooper y uno de los robots, se eyectan hacia el agujero negro. Ojo, no podían ser los dos robots, no sea que Cooper y Amelia acabaran follando y perpetuando la especia de forma natural... No, tenía que irse Cooper. Y ahí estamos, el viaje trascendental que iba a explicar el origen y significado del portal interestelar que se había creado para salvar a la humanidad, resulta ser... Una sección infinita de muebles de dormito de Ikea.

Cooper se encuentra flotando en una red infinita de puertas temporales a la habitación de Murph (o al menos ese gran pasillo coincide con esa posición). Al ser consciente de ello y de que el robot que le acompaña ha descubierto la ecuación de Brand al contactar con el agujero negro (cogidito todo con pinzas de arrancarse los pelos de la napia), Cooper intenta histéricamente de contactar con Murphy. Damos así explicación a las manifestaciones del "fantasma", que la niña le hubiera oído decir que se iba a quedar, y cómo se había indicado a sí mismo la situación de la base de la NASA en el pasado. Y finalmente, se encuentra cara a cara con la Murphy adulta del presente, con la que consigue interactuar para enviarle la ecuación. ¡Eureka! Ella perdona a su padre y se ponen manos a la obra para escapar del planeta. Sí, uno de los grandes interrogantes del conocimiento, la llamada ecuación de Brand, se pasa vía morse en cuestión de segundos. Con dos cojones, ni Whatsapp ni ostias.

No analizo mucho más, de lo que ya resumí de la película en la sinopsis. Un final medio abierto, ya que no hay mucho más que contar. Cooper reaparece mágicamente para ser recogido por la colonia humana que viaja hacia el nuevo planeta. Reencuentro con Murph anciana en el lecho de muerte, despedida, y Cooper roba una nave para adelantarse en busca de Amelia, seguramente con mi reflexión de por qué no se quedó con ella haciendo niños de forma perpetua en el planeta de Edmunds.


CONCLUSIONES

Bien. Aunque pueda parecer que he acabado siendo muy criticón y negativo con la película, pera mí el resultado global es positivo. Partamos de que es una película ambiciosa, de hecho tan ambiciosa que resulta muy difícil sostenerla sin recurrir a determinadas inconsistencias. Estas inconsistencias son lo suficientemente grandes para enervar a algunos fanáticos, por un lado de la ciencia ficción, y por otro del propio Nolan, más si cabe en los fanáticos de ambos. Por otro lado, para los entusiastas de la película que intentemos ser un poco objetivos, estas trabas impiden que hablemos de una película redonda.


Nolan ha pretendido romper los pilares básicos del género, que por lo general abordan un escenario desalentador y negativo en el sentido de nuestra insignificancia ante lo desconocido. Insterstellar, por su parte, se apoya en los siguientes principios dando lugar a una lectura en contracorriente:
  • El planeta Tierra es único y maravilloso.
  • La humanidad de principios de siglo XXI ha terminado de destruir el preciado regalo que es nuestro planeta.
  • Para lo bueno y lo malo, la sociedad superviviente reniega de los que han cometido esa atrocidad. Para lo bueno, porque se basan en la sostenibilidad y el equilibrio; para lo malo, porque rehusan de la investigación científica.
  • El ser humano es único y maravilloso, y si se vuelca en la ciencia, no tendrá límites.
  • El amor es la quinta dimensión del universo.
En este universo, en el que Nolan vuelve a jugar con el paso del tiempo (como ya hizo en Memento y Origen), la humanidad es infinita en existencia y conocimiento, consigue atar la variable temporal a su antojo para salvarse a sí misma. Resulta que los elementos desconocidos y desconcertantes que se van introduciendo a lo largo de la película acaban por ser una manifestación de ese ser humano futuro pentadimensional o el propio Cooper que ha trascendido a ese nivel casi incomprensible y se manifiesta en el pasado (tocando a Amelia cuando viajan en el tiempo o a través del armario con Murph).

El caso es que, con la intencionalidad de mostrar un universo humano que resulta positivo en última instancia puesto que no perecemos, sino que trascendemos a un nuevo plano, resulta paralelamente muy muy descorazaonador: estamos solos. No hay, pues, elemento desconocido. 2001 tenía el monolito, Contact o Encuentros en la tercera fase tenían una raza alienígena infinitamente más avanzada en comprensión y tecnología que nos iban a tutelar, miles de películas nos han hablado de alienígenas semi-dioses que llegan aquí para destruirnos, incluso el universo de Guardianes de la Galaxia tiene un origen y un pasado desconocido entre las miles de razas y culturas que lo habitan. Otras películas, como Misión a Marte, Gravity, Sunshine, Planeta Rojo, etc., hablaban de la superación del ser humano para sobrevivir contra una adversidad extraplanetaria.
No llegaban a reflexiones tan amplias; no tenían, a fin de cuentas, la pretensión de ser trascendentales. Pero lo que Cooper descubre en Insterstellar es que somos nosotros mismos los que marcamos nuestro destino y que no hay ninguna fuerza más grande que nosotros mismos. Un antropocentrismo radical que le resta sentido a la cosmovisión típica de la ciencia ficción.

Sin embargo, en esencia, lo más recurrente en la ciencia ficción es nuestra predilección a ser el ombligo del universo. Los alienígenas siempre vienen a destruir la Tierra (ejem... perdón, a EE.UU.), a abducirnos, a ser testigos de revelaciones cósmicas... Insterstellar viene a alimentar el ego más arraigadamente programado en en nuestro cerebro y en nuestra naturaleza: la conquista total de nuestro entorno. Si en este viaje podemos soñar con visitar otros mundos a bordo de naves extremadamente avanzadas y robots humoristas "full equiped", ¿qué más podemos pedir los que miramos hacia las estrellas mientras nos sentimos la cosa más pequeñita del universo?