viernes, 16 de diciembre de 2016

[LOVE] Rogue One: Esto es la guerra

Un año después, parece que he abandonado el presente blog. Sin embargo, tengo el panel lleno de borradores de mi reinterpretación de El Despertar de la Fuerza que no he conseguido rematar para ir publicándolos. Entre tanto, me ha pillado la siguiente película de la saga, el primer spin-off: Rogue One. Toca hablar de ella y no me voy a unir a la sobreexcitación generalizada que se está propagando por las redes.


A veces pienso que a estas alturas soy imposible de satisfacer. Creo que algo murió en mí el día que vi a Luke Skywalker decirle "No" al Emperador, el día que los rohirrim cargaron en los campos de Pelennor, el día que Arya Stark se quedó a las puertas de la fortaleza de Los Gemelos mientras se producía la mayor traición acaecida en Poniente, el día que Skynet tomó conciencia de sí mismo, el día que Kvothe cayó seducido por Felurian... La fábula de la Trifuerza repitiéndose hasta la eternidad en Hyrule. 4 8 15 16 23 42. La reina de los xenomorfos buscando su venganza en la teniente Ripley. Un rayo que cae oportunamente sobre la torre del reloj para accionar el condensador de fluzo. Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia.

El sentimiento de extrema tristeza y satisfacción al cerrar el último libro de una buena saga es una pesada carga. Un peso que cala hondo... Porque aumenta tus expectativas para con el resto, porque ha destruido un trocito de tí que se asombra y se ilusiona. En ese sentido, Rogue One me ha dado una ración sobresaliente del Universo Star Wars, nos ha proporcionado una historia perfectamente hilada y respetuosa con todos los cánones, multitud de mundos y personajes contextualizados con naturalidad, escenas de acción a raudales, un guión divertido a la vez que contundentemente serio. Puede que Rogue One sea mucho más película que las 4 que han venido antes que ella, desde 1999. Y a pesar de todo ello, no me ha logrado transmitir verdaderas emociones.

Veo por los primeros comentarios que los "haters" del Episodio VII se han palpado todas sus zonas erógenas con Rogue One. He llegado a leer que es lo mejor desde El Imperio Contraataca. Todo el mundo parece opinar que es lo más Star Wars que ha habido casi desde Star Wars. ¿A qué nos queremos referir con eso? ¿Qué es Star Wars? ¿Su universo o su historia? ¿Su galaxia o la epopeya que intencionadamente nos quiso contar George Lucas? Mi opinión es que desde la trilogía original, tras años y años de abrir un universo, que en todos sus productos fue fiel a su identidad y sin fisuras, no se ha conseguido crear una película que guarde el equilibrio necesario entre el espíritu aventurero de la epopeya Skywalker y todo el contexto galáctico que el fan tanto demanda.

Rogue One ofrece todo lo que le falta a El Despertar de la Fuerza, y la solemne cohesión y coherencia entre personajes y contexto que nunca tuvo la trilogía de precuelas. Pero, por contra, hay viceversa y los aciertos de El Despertar de la Fuerza (que los tiene, aunque a algunos les ciegue el odio) no han logrado plasmarse en Rogue One. En parte, su propia naturaleza le niega cierto grado de epicidad; al ser un capítulo autoconclusivo, la narracción y el desarrollo se ve delimitado por sus 133 minutos. Tan acostumbrados estamos, los consumidores de sagas, a esa pequeña semilla que nos dejen para continuar con la siguiente y llegar a un gran final apoteósico, que puede dejarnos a medias a la hora de implicarnos con la historia que nos cuentan. Por otro lado, al margen de cameos, puede que la ausencia de los grandes personajes en la trama pueda incomodar a algunos.

El caso, es que a pesar de sus grandes aciertos, que comentaré hacia al final de mi reseña, empezaré como hago siempre con los grandes puntos negativos, al igual que hiciera con el Episodio VII. En honor a la verdad, la lista no será tan grande, ya que los fallos de trama o canónicos son muy reducidos.


lunes, 18 de enero de 2016

[LOVE] Reescribiendo El Despertar de la Fuerza

Un mes después, voy a romper el hielo. No quisiera que ningún despechado perdiera el tiempo, así que doy la oportunidad de dejar de leer a partir de las siguientes palabras: Me ha gustado Star Wars - Episodio VII: El Despertar de la Fuerza. De hecho hacía tiempo que no me pasaba, pero la he vuelto a ver una segunda vez y me ha gustado aún más. Disfruté como un enano el día del estreno y me levanté de la butaca compartiendo miradas de complicidad entre los que abandonábamos la sala, miradas que me hacían suponer que sí, esta vez sí. Se había conseguido devolver ese nosequé que estimula nosecuanto. Se había reestablecido el equilibrio en la Fuerza. Esta vez habría consenso entre los fans: esta es buena.


En ese momento de exacerbada exaltación de sentimientos encontrados, fui incapaz de ver lo equivocado que estaba. En mi retiro de reflexión el primer fin de semana, detecté las carencias que arrastraba la nueva epopeya galáctica. Tan obnubilado estuve por lo bien que funcionaban las nuevas caras, que no presté atención a esas debilidades que podrían derrumbar esta nueva etapa Disney de la galaxia de galaxias. El lunes después del gran estreno del año, empecé a leer y escuchar las impresiones de los grandes bastiones de la opinión en materia del universo Star Wars, y se confirmaba que no todo el monte es orégano, ni va a Mahoma. Había dos sectores enfrentados.

Fue duro descubrir que varias fuentes especializadas en cine, cultura y concretamente en la saga de Star Wars, atentaban directamente contra mi persona por el hecho de haber disfrutado y valorado positivamente la película. Me convertí en una víctima del público generalista, un fan de medio pelo, un falso fan, una persona que no tiene ni idea de cine, un borrego, un bobo, un ignorante de lo que realmente significa Star Wars y uno más de la masa inculta que consume cine palomitero sin ningún criterio. Un traidor, en resumidas cuentas.

¿Tan ciego había estado? ¿No pude ver los defectos afincados en la espina dorsal del taquillazo del año? ¿O quizás los vi pero no me importaron? Toda la información objetiva de que disponía, me llevaban a una única conclusión: la película debería haberme decepcionado soberanamente. Entonces... ¿por qué sonreí con cara de imbécil con cada fotograma? ¿Por qué tengo constantes ganas de volver a verla (y ya van tres)? ¿Por qué escucho en bucle la banda sonora, recreando los grandes momentos e imaginando el devenir de los personajes en las próximas entregas?

Sencillamente porque me ha gustado. Porque me he vuelto a zambullir en este universo, al que tantas horas he dedicado, y de nuevo a través de la gran pantalla. Porque he vuelto a creer en unos personajes y en sus historias, gracias seguramente a acudir a la sala sin expectativas predeterminadas, ni ideas preconcebidas. Y sobre todo, porque creo que es una película con muchas menos pretensiones que sus predecesoras de los 2000, y aunque muchos opinen lo contrario, creo que ese factor es muy positivo para la saga.

Y, sin embargo, el análisis frío de un humilde conocedor de la galaxia, me lleva a afrontar con solemnidad los que, hay que llamar, "atajos" (a menudo ridículos) del guión, fruto seguramente de la improvisación por una desmedida presión de Disney para entregar la película en el tiempo fijado para romper todos los records posibles de recaudación. Puede que nunca sepamos hasta qué punto Abrams y Kasdan son responsables de estas molestas inconsistencias o si, por el contrario, tuvieron que tragar con decisiones corporativas impuestas para que el producto resultara atractivo al abanico total de la audiencia. El caso es que, aunque me ilusiona la evolución de esta nueva historia y cómo puede desarrollarse en las próximas películas, todas estas puntualizaciones que expongo podrían suponer las bases de aquellos que argumentan que Disney ha cometido (y va a cometer) una posible destrucción de la saga.