viernes, 10 de febrero de 2012

[HATE] Pagó el ingenuo

Cada día se manifiesta con más fuerza. Somos la generación de los pringados. Y hemos sido elegidos a dedillo, por puro placer de unos, y no por una inclemencia o una guerra.

Nos pusieron dibujos animados que alzaban banderas de honestidad, soliradidad, igualdad, defensa del medio ambiente y una justicia universal que imperaba por encima de la vil maldad.

Una moral inexistente. Una mentira. Una falacia que los ingenuos tendremos que pagar con nuestro exclusivo sacrificio.


¿Qué sacrificamos? Unos a sus familias y a su hogar, otros al nonato "estado de bienestar" y otros... Otros es posible que lo hayan perdido todo. Los hijos pródigos que no deberían volver a la casa de un padre que les ha engañado y dado la espalda.

Sin embargo, hemos creído la mentira hasta el punto de defenderla. Hemos adoptado la moral inexistente, que no la falsa moral de otros. En las pelis de buenos y malos, en las del blanco contra el negro sin grises de por medio, ahora nos dicen que la realidad es gris: ni los buenos son tan buenos, ni los malos son el demonio. Sin embargo, caímos en el error de adoptar la postura del color blanco, y la mierda (caspa, periodismo, "justicia"...) nos cayó encima con todo su peso. Ridículos quedamos, ridículos nos pintan y ridículo nos parece todo lo que pasa ante nuestros ojos.


Jueces perseguidos por poner la verdad sobre la mesa. La verdad incómoda del que nunca abandonó el poder, y de una corona, que vestida muy campechanamente, campechanamente hace evidente su poder, por mucho que el periodista de turno de la falsa moral pretenda hacer creer que no tienen ni dinero ni influencias.


En esos dibujos y películas, los malos, los que mataban, los que estafaban, los que anteponían su perspectiva de la vida a los demás; esos malos caían. Pagaban sus fechorías. Pero los puntos blancos en los que creíamos ciegamente, son violentamente apagados antes de arrojar luz. ¿Es necesario cotraponer nuestra realidad aquí? Por desgracia, creo que lo sabemos de sobra. La realidad apesta como las entrañas putrefactas de un cadaver a campo abierto. Nunca hubo voluntad de cambio, aunque se maquillaran palabra como democracia y constitución (en minúsculas, dado el valor que tiene).

Pero eso no es lo importante amigos. Ni mucho menos importa la destrucción de toda las reglas adoptadas para un mundo laboral equilibrado, ni lo que se está cociendo en el estrecho de Ormuz. Aquí la urgencia se halla fuera de nuestras fronteras, donde unos peleles afrancesado atentan contra el buen nombre de la orgullosa hidalguía española. Adjunto imagen de un filete con dudoso contenido de Clembuterol.