¡OJO, CUIDAO! ALERTA DE DESTRIPES (MAL LLAMADOS SPOILERS)
El otro día ví Vengadores: Infinity War, el otro pelotazo de Disney Todopoderoso, la compañía que se ha fabricado su propia industria del cine. Marvel, ese entramado de películas y series que cimenta el universo cinematográfico más sobredimensionado de la historia. Lejos de agotarse, parece reforzar su existencia con cada capítulo que se entrega de esta telenovela súper-heroica que mueve miles de millones de dólares. Todo ello con distintos directores y (presumiblemente), distintos enfoques. Muchos se preguntan si Disney está fracasando en su intento de convertir a Star Wars en lo mismo; quizás haya que formular una pregunta más correcta; ¿se puede explotar el universo de Star Wars del mismo modo que al universo de Marvel?
Desde mi punto de vista, esta pregunta tiene una clara respuesta. El matiz está en la naturaleza de los orígenes de cada franquicia. La diversidad que ofrece el formato cómic a las historias que en él se cuentan, hace que se alejen de cualquier visión canónica unilateral. Quiero decir, el cómic ha explorado cien Spidermans diferentes, todos con un espíritu en común, pero con cien desarrollos diferentes en los que sus decisiones le dotan de una personalidad con muchos matices distintos. Sus fans los valoran y eligen a su favorito, su historia de Spiderman favorita, otorgándoles una tolerancia muy amplia a verle en un escenario u otro. Pero, ¿qué pasa con Star Wars? Pues que para muchos de sus fans, Han Solo no hay más que uno y que no se lo toquen.
Obviamente, ningún fan de Spiderman entendería o vería con buenos ojos, que el amigo y vecino “hombre-araña” se dedicara de repente a reventar gatitos con su superfuerza arácnida para luego devorarlos crudos. Aunque cosas así de locas pueden haberse experimentado en el cómic con el afán de relanzar a tal o cual personaje, hay ciertas cosas que siempre se acaban rechazando, porque atentan directamente contra la esencia del personaje. En el caso de Star Wars, todo lo preconcebido es cien veces más susceptible de herir sensibilidades, cien veces más intocable y cien veces más mitificado. Si Luke Skywalker guiña un ojo de una determinada manera, habrá un cisma de fanáticos radicales que denunciará al mundo que han destruido al personaje (o mejor dicho, a su concepción de él). Disney tendría que haber aprendido que el canon original de Star Wars (lo que han rebautizado como “Legends”), no va a poder usarse como el baúl de los recuerdos de Marvel, para rescatar elementos “poderosos” a su antojo y colocarlos aquí o allá. Eso puede funcionar con Vengadores, por ejemplo, metiendo un cameo del pato Howard o haciendo que dos superhéroes se enamoren aunque esa relación nunca haya tenido lugar en las viñetas. Porque en el cómic una nueva serie puede romper con todo lo establecido y reescribirlo todo. Por tanto no habrá tantos que puedan alarmarse porque Nebula sea la “nieta” de Thanos en lugar de su “hija” o que en la historia de este “Guantelete del Universo” no aparezcan Adam Warlock o Silver Surfer.
Pero al margen de cómo abordar las historias, los personajes y el contexto que los une, hay que atender a la películas como obras audiovisuales que son. Es bastante obvio que algo bueno tiene que haber detrás del éxito extremo de la franquicia Marvel. Con diecinueve películas estrenadas y diez series de televisión, por estadística tiene que haber alguna que tenga un resultado notable como obra del séptimo arte, al margen del espectáculo y los fuegos de artificio. Y así es, de hecho no son pocas las que han recibido algún que otro aplauso por parte de la crítica especializada. Pero si hay un común denominador en casi todas ellas, al margen de la buena impresión del público generalista, es lograr producciones con una ejecución impoluta y que suelen funcionar en el arte de entretener, desgarrando, por el camino, ciertas emociones y afinidad.
Como decía, el otro día ví Avengers: Infinity War, y me descubrí a mí mismo emocionándome con uno de los clímax de la película en la que cierto superhéroe reaparece de forma épica, cambiando el curso de los acontecimientos. ¿Cómo se consiguen esos momentos? Tras siglo y medio de cine, las fórmulas parecen estar agotadas y hoy en día todo tiende a repetir los clichés que mejor han funcionado en el cine reciente, aunque no siempre se tiene la visión adecuada para ejecutar dichos clichés. En el lenguaje cinematográfico de hoy, creo que es el “timing” uno de los elementos que marca el compás de las emociones, ya sea en lo cómico como en lo emocional. El tiempo dedicado a desarrollar un personaje, un vínculo o una escena; los segundos necesarios en un diálogo para que funcione un chiste o la química entre dos personajes… Todo eso es vital, y hay un lenguaje y unas estructuras de guión bien definidos para transmitirlo de forma generalista. Con gancho y efecto.
Mi extracto sobre Han Solo: Una Historia de Star Wars, es que, a pesar de contar con una acción que entretiene en un contexto muy bien hilado, el “timing”, la estructura general de la película y la forma de enfocar las escenas más emblemáticas, fallan o no funcionan.
Más adelante abordaré con detalle todos aquellos elementos positivos, así como las deficiencias, desde un análisis de lo que es propiamente Star Wars y una mirada hacia adelante sobre a dónde puede ir el futuro de los spin-offs. Pero es en lo meramente cinematográfico donde se encuentran los puntos flacos y creo que es evidente que los problemas que ha habido con esta producción han calado en el producto final. Mi experiencia subjetiva es la indiferencia: en principio no hay nada que me moleste o que me saque radicalmente de la película, pero por el otro, me ha sido imposible crear un vínculo emocional equiparable al que una semana antes me había transmitido la última entrega de Vengadores (consciente de que la escala no es la misma).
“Solo: A Star Wars Story” no es una mala película. De hecho, el resultado final no es el despropósito y el desastre que muchas fuentes llevan meses anunciando desde hace meses. Es un western en toda regla. De hecho si te olvidas del contexto de Star Wars, y te dejas inundar por los elementos de las películas del oeste, puedes sacar una experiencia muy disfrutable. Además, parece haberse pensando mucho en los fans, algo quizás, totalmente opuesto a lo que se hizo con Los Últimos Jedi. Pero, aunque suene a cliché: carece de alma. Carece por completo de épica y nunca tuvo aspiraciones de tenerla. Es otro producto más de esta nueva serie de películas de Star Wars, otro engranaje de la maquinaria de hacer dinero, que viene a contarnos lo que ya sabíamos sin arriesgar absolutamente en nada. Estás viendo a Han Solo, y se ha respetado su mitología heredada del Universo Expandido, pero la forma en la que se van sucediendo sus grandes hitos carecen de emoción y de cualquier trama que aluda a lo legendario, a lo heroico. Sin mencionar que todo lo que ocurre es prácticamente sabido de antemano, con lo cual, es extremadamente previsible y no aporta ninguna sorpresa. Sufre además, posiblemente, de la misma incapacidad que tuvo Rogue One para construir correctamente a los personajes (quizá por falta de tiempo para lograr una conexión de empatía); con la diferencia de que Rogue One es una historia sobre un suceso galáctico muy relevante, y Han Solo es una historia sobre un personaje (muy querido) y los sucesos relevantes que le definen, con lo que si falla esa conexión emocional, la película se acaba absorbiendo llanamente sin pena ni gloria.
No quisiera dejar de alertar que Disney (y, qué demonios, cualquier gran compañía de Hollywood) están destruyendo esa conexión emocional con la saga (cualquier saga explotable) hasta el punto de que muchos fans acudimos ya a las salas sin expectativas. Se hace con cualquier icono cinematográfico de los 80 (no quepa duda que tarde o temprano veremos un nuevo Marty McFly), se sobreexplota lo vigente (Harry Potter, Juego de Tronos, Marvel...) y no tardarán en volver a abrir el melón de Tolkien. La realidad es que la saturación de películas de Star Wars se hace más patente cuando cuentas una historia apática como esta. Nadie se esperaba que Han Solo aportara algo realmente interesante, y ahora se confirma que Han Solo no aporta absolutamente nada, salvo pequeños añadidos inconsistentes. Sé que puede parecer contradictorio que diga que no pueden salirse del esquema preestablecido para el personaje y venir ahora a quejarme con que no innovan. Creo sinceramente que pueden hacerse ambas cosas, puedes apoyarte en el grueso esencial de la historia de Han Solo, contando una aventura novedosa que profundice más en terrenos desconocidos y matices de un personaje que tiene muchos claroscuros (sobretodo el del Episodio IV). Sobretodo aburre la forma de contarlo. Apatía es la palabra que se me ocurre a meter con calzador al final la segunda partida de sabacc en la que Han gana el Halcón. Muéstrame el sabacc, haz una partida que tenga algo de grandeza, esmérate un poquito más en el guión (lo siento, Kasdan no puedo aprobarlo). Apostar sobre seguro es la peor apuesta que están realizando los ejecutivos de Disney, y las cifras lo demostrarán.
Luego están los clichés y las ideas preconcebidas de muchos “fans”, que ya habían decidido hace meses que esta película no vale nada. Por un lado, me sorprendo viendo a muchísima gente equiparando la recaudación de la película con su calidad, haciendo bandera de una manifiesta ignorancia y tozudez. En su primer fin de semana, “Solo” ha sido la película de Star Wars que menos dinero ha recaudado. Parece obvio. Disney se obcecó en estrenar el 25 de mayo y, al igual que en una competición deportiva, cuando el equipo grande se hace previsible, el resto de equipos mueve ficha para derribarlo con estrategia pura y dura. Muy poco tiempo desde el Episodio VIII, muy poco tiempo desde “Infinity War”, una semana antes te cuelan el estreno de la esperada “Deadpool 2”, y dos semanas después muchos esperarán a “Jurassic World 2”. Y en verano, mucha gente se subirá al carro de “Los Increíbles 2”. Pésima estrategia de marketing y unos comités ejecutivos que han dado por supuesto que Star Wars funciona bien siempre. Esto puede afectar, sin duda al futuro de los spin-offs, como hablaré al final de esta entrada.
De acuerdo, Han Solo tiene pinta de estrellarse en taquilla por múltiples factores. Muy bien, ¿y qué? ¿En qué afecta ese dato a tu impresión de la película? ¿Eso te impide valorarla objetivamente? ¿Eres fan de Star Wars o del mainstream? Creo que para espetar chorradas e impresiones vagas sobre Star Wars, hay que tener un mínimo conocimiento sobre Star Wars, pero también sobre cine (y ojo que los pelotazos supertaquilleros de las últimas dos décadas no valen para eso). Parece que vengo aquí a despotricar de esos post-millenials que detestan la trilogía original porque “se ve demasiado vieja”, pero lo único que animo es a asentar criterio en las cabezas. Hay demasiado pseudo-fan criado con las precuelas, que no es capaz de ver más allá de una espada láser.
Por el otro lado está el factor Alden Ehrenreich. Muchísima gente sigue ofuscada con la dualidad Han Solo/Harrison Ford y afirmaban, antes incluso de ver la película, que era imposible que la película funcionara porque “ese no es Han Solo”. Para la desgracia de estos, lo que titula esta película es precisamente lo que nos dan: a Han Solo. Bien es cierto que Ehrenreich no ha hecho una demostración interpretativa sobresaliente en esta película, pero nadie puede negar que todo lo visto en pantalla es por y para el personaje de Han Solo. De hecho está todo tan mascado y carente de elegancia, que se distinguen claramente los pilares fundamentales que definen al Han Solo de 1977, ese cínico fanfarrón de gatillo fácil y actitud despreocupada que trata de ocultar a una persona de buen corazón (ese otro Han Solo que veremos en El Retorno del Jedi y mágicamente veremos que ha vuelto a desaparecer el El Despertar de la Fuerza: “soy un canalla porque el mundo me ha hecho así”, “no confío en nadie salvo en este felpudo con patas que tiene una deuda de vida conmigo”, “con esta actitud, nadie me la juega”, “disparo primero” y “reniego de ser un héroe, pero en el fondo lo anhelo”. Y toda esta personalidad la forja durante casi todos los hechos que se narran de él en la trilogía original: Han nace en Corellia, Han pudo haber estado unido al Imperio, Han conoce a Chewie, Chewie se une a él de por vida, Han y Chewie se meten al contrabando, Han conoce a Lando (un charlatán, un timador, un sinvergüenza), ergo Han conoce al Halcón Milenario, Han le gana el Halcón a Lando en una partida de sabacc, Han hace el corredor de Kessel en 12 parsecs... Al actor se le nota el esfuerzo, se le nota el énfasis por imitar los gestos de Ford y se le nota que con un guión más redondo podría haber llegado a brillar. Creo que nadie puede (o debe) ensañarse con él por este resultado final tan descafeinado aunque, insisto: correcto.
En resumen: el querer abarcar todo lo que sabemos del personaje, no sólo en una película, sino en tan sólo unos días de su vida, desvirtúa ligeramente a la leyenda. Resulta poco verosímil y convierte al carismático contrabandista en un joven con una personalidad muy limitada. Aunque bueno, esto es lo de siempre: el cine no puede tener la profundidad de la palabra escrita porque no hay tiempo y “bla-bla-bla”. Pero con todo, creo que se podría haber construido el personaje con más desenvoltura y sin forzarlo todo. Vuelvo a lo mismo, el problema está en el “timing”, en la falta de dinamismo para abordar ciertos clichés a costa de acortar el desarrollo de los personajes principales.
Compartida la impresión general, paso a desgranar cada una de las particularidades que nos muestra la cinta. A continuación, mi análisis milimétrico de la película y todo lo que abarca: