martes, 24 de marzo de 2009

HATE: Publicidad basura

Una materia en la que siempre me habria gustado profundizar es la publicidad. Siempre veía festivales de publicidad en Canal + (antes de que Prisa y Sogecable perdieran mi confianza), como el festival iberoamericano El Sol. Ahí se podían ver autenticas pequeñas obras de arte audiovisuales, y otras no tan artísticas pero tremendamente efectivas en el ámbito publicitario.

Mala publicidad o publicidad poco efectiva ha habido y siempre habrá, pero me parece que hay un límite a la hora de tener en cuenta el coeficiente intelectual del espectador.

Ejemplo: "Crono Salud": Recientes estudios indican que los triglicediros ayudan a regular la acumulación de colesterol en nuestro cuerpo (salen imágenes de gente mayor paseando en parques verdes y bonitos, cual si un reportaje de informativos se tratara).
Termina el dichoso crono y sale un anuncio dentro de un marco "Crono Salud patrocinado por", y curiosamente el anuncio es sobre leche con omega y triglicédiros de estos.

¿Qué somos? ¿Gilipollas? ¿No se pueden ahorrar el estúpido crono o espacio o como lo quieran llamar? Es que ya el otro día ví uno que emulaba un plató de informativos en plan: ¡Última hora! ¿Sabes que una dieta basada en grasa provoca que se te caiga el pelo? Afortunadamente existen productos y clínicas especializados en el tratamiento anti-caída del cabello... Acto seguido, anuncio de clínicas Svenson... Joder qué triste.

Triste no. Es basura. Eso de infundir miedo, desconfianza o la necesidad de un producto a través de informativos reales ya lo hacen los más grandes todos los días. Las farmaceúticas que se forraron con la gripe aviar, las caretas anti-antrax en EEUU, y otras tantas cosas en plan: Según la universidad de Massachusetts beber una copa de vino en la comida ayuda a que la polla te funcione hasta los 90.

Pero eso está a un nivel por encima de la publicidad. Obedece a asuntos mayores. La publicidad se tiene que limitar a suscitar una emoción, hacer que una marca, una imagen corporativa, la imagen de un producto, se quede dando vueltas en la cabeza de los consumidores. Y lo cierto es que muy pocos lo consiguen.

Clasificaría los anuncios a 5 niveles: obras intelectuales, efectistas, correctos, insulso e infames. Correctos e insulsos son la inmensa mayoría, los infames se están dejando ver (como he dicho antes); los efectistas suelen ser esos que consiguen que la gente hable de ellos por que causa un impacto en ellos (generalmente humor). Como un apunte, los efectistas tienen un subgénero: los efectistas no-efectivos; esos anuncios que provocan un verdadero movimiento de masas pero que no deja claro el producto que ofrecen. Y es que mucha gente no recuerda que el niño de "Hola soy Edu, Feliz Navidad" anunciaba una tarifa plana de Airtel.

Pero los que se salen de la publicidad para convertirse en verdaderas obras artísticas equiparables o mejores que muchos cortos cinematográficos están al alcance de muy pocos. Mercedes Benz, Audi, Nike, Coca-Cola... suelen ser las marcas que consiguen estas metas a veces incluso recurriendo a directores de cine de renombre.

Bueno, expresandome en resumidas cuentas, hay demasiadas cosas absurdas, tópicos y tonterías en los anuncios, y no tendría espacio aquí para ir uno por uno poniéndolos por los suelos. Con tiempo, podría ser como Ángel Martín con la prensa del corazón, pero con los tristes anuncios televisivos que tenemos que tragarnos a diario.

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