Dejándo al margen su postura de agarrarse al poder de la Corona, aún recuerdo el anecdótico apunte que nos dejó en clase nuestro profesor de Historia de España, Don Jaime; uno de esos profesores de oficio que consiguen controlar una clase sólo con la fascinación, y no con mano dura, del que tengo muy buenos recuerdos y una alta estima.
Decía, pues, que se hablaba en la Corte (pues ya se sabe que el chismorreo es deporte nacional desde hace siglos) con una dosis de burla sobre el prominente maxilar inferior del rey (según se dice, un mal de genética borbónica). Al parecer, además de poseer una expresión bobalicona al tener con frecuencia la boca abierta y babeante por el peso de su mandíbula, sufría de defectos en el habla muy próximos a los enfermos de Angiofibroma, o gangosos. Tras eso, todo el mundo se dedicó a analizar el rostro del pobre Fernando, cuyo retrato teníamos en ese ladrillaco de libro, y cuya editorial no quiero recordar.
Entonces pensé, lo cierto es que me suena a alguien que he visto. Y es que si algún día deciden hacerle una película a Fernando VII, o una de estas series cutres y casposas de Telecinco o Antena 3 (véase, con moderación, Alfonso de Borbón, Marisol, Raphael o Felipe & Leticia... Joder qué grima), que sepan que sólo hay un actor para el papel.
Posiblemente si nombro a Joaquín Climent, pocos le conozcan por su nombre. Sin embargo, su rostro será muy conocido como uno de esos tantos secundarios anónimos del cine y la televisión.
Dejemos ya a juicio de cada uno mi observación.
2 comentarios:
joder qué fuerte... es igualito ¡pobre!
abrazo
Hola Sergio, como bien dices en mi diario loco, nos faltarán días para dedicar a tanto y ¿no sabías que 'hipócrita' es nuestro nuevo -y no tan nuevo- sello de identidad?
Gracias por tu comentario :)
abrazos para la semana
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